24 febrero 2011

Rescaño 18 de febrero de 2011. Encantado de conocerte Irala.

Esta misma semana, Sergio acababa de llegar de Bahrain, perdiéndose el desfile de tanques y otros eventos de cierto interés cultural… En estos meses que él había estado fuera, habíamos estado trabajando con las topos, organizando documentos y estudiándolos a fondo... de vez en cuando hablábamos por la red de redes intercambiando opiniones e hipótesis sobre los sistemas que nos traemos entre manos. La calentada que teníamos era curiosa, así que en cuanto llegó, quedamos el viernes para hacer una incursión hasta la “Sala Irala”, a la que meses atrás no pudimos alcanzar por el caudal del río. Esta vez llevábamos material para pasar sí o sí.



A las 8 de la mañana me plantaba en su casa con unos croissants y unos bocatas de tortilla, desayunamos y partimos hacia Udías. Después de una parada para comprar unas katiuskas, llegamos a la entrada de la mina.  Sergio estrenaba una cámara que hacía fotos en 3d!! yo alucinaba. 

Organizamos el material en las sacas, que pesaban un verdadero horror y comenzamos a entrar... Sergio tiraba delante a saco y mientras, yo iba detrás siguiéndole el paso poco a poco  hasta que bajamos la escalera. Paramos a hacer unas fotos, aquí me di cuenta de que me había olvidado la cámara, por suerte Sergio llevaba la sony 3d, y comenzamos a hacer pruebas, al rato comenzábamos de nuevo a andar, hacía bueno,  me puse en camiseta y continué persiguiendo a Sergio que avanzaba sin mirar atrás, mientras, yo hacía alguna parada para anotar cosas en la topo. Al poco escuchaba a Sergio que me llamaba metiéndome presión, (vaya motivada que traía el compañero). 


Pasamos los primeros gours y llegamos a la trepada que solventamos rápidamente con ayuda de un aro de cinta,  continuamos y cruzamos la colada roja de minigours, donde  llegamos al primer cruce del río que pasamos sin problemas. Al otro lado comprobaba unas marcas que hice en la arena para saber la altura y si había subido el agua, seguimos adelante cruzando otras dos veces el río hasta llegar a una gran rampa de un caos de bloques grandes y piedras pequeñas, subimos hasta lo alto y es aquí donde lo dejamos el último día Fonso y yo. Vimos una cuerda para acceder a un nivel superior, pero nosotros debíamos continuar por el nivel freático, así que comenzamos a bajar por una rampa muy pronunciada hasta llegar de nuevo al río, que de nuevo nos cortaba el paso. Tras buscar la mejor forma de pasar,  Sergio dejó la saca y metió un brinco desde una piedra hasta la otra orilla (yo alucinaba), pensé que mejor sería echar unas piedras para poner un paso intermedio, ya que con las sacas no iba a poder dar ese salto, así que comencé a tirar piedras procurando salpicar a Sergio. Era profundo y tuve que tirar unas cuantas hasta poder posar el pié, le pasé las sacas y pasé al otro lado continuando la marcha hasta pocos metros después, donde de nuevo el agua se encajonaba con un meandro río arriba por la izquierda de la galería(imposible sin bote). A la derecha, a otro lado del río una galería se habría hacia arriba, aquí cubría bastante y solo se medio veía una piedra en mitad, tiré la saca de orilla a orilla, posé un pié en la roca y tras ojear a donde iba a saltar brinqué hasta el otro lado encaramándome a punto de caerme de culo al agua en una roca embarrada y resbaladiza, después Sergio me pasaba la saca y hacía la misma jugada. 


Comenzamos a ascender hicimos una trepada llegando a una zona llena de concreciones con un suelo de colada blanquecina intacta y un techo plano con todo tipo de estalactitas con sus respectivas estalagmitas, nos asombró bastante encontrar una zona tan bonita por su ausencia en el resto de la cueva. Continuamos unos metros y nos encontramos en una repisa desde la que se veía un cruce de ríos que era el paso hacia el aporte de la “Sala Irala”, comencé a bajar mientras Sergio esperaba arriba, el cauce principal venía de de un meandro que se abría a la derecha marchándose por otro a la izquierda, mientras que el aporte bajaba casi perpendicular, me metí y coincidía con la descripción, así que volví y llamé a Sergio, barajamos el dejar las mochilas, pero al final le convencí para llevarlas por lo que pudiéramos encontrarnos, (aunque pesaban un huevo y cada vez más). Seguimos río arriba por un meandro bastante chulo, cruzando continuamente de lado a lado, saltos, destrepes, equilibrios, la verdad es que me resultaba muy divertido, hasta que me agarré a una pequeña piedra que se desprendió de la pared y me caí de culo contra una piedra (de nuevo me libré de caerme al río), eso sí, había metido media pata y ahora tenía la katiusca llena de agua. Juraba en hebreo y Sergio reía, la vacié un poco levantando la pierna y continuamos con un pequeño dolor en la parte derecha de mi pompis. Se nos estaba haciendo muy largo, y pensamos que quizás no habíamos cogido bien el camino, pero al poco llegamos a un caos de bloques concrecionados con coladas, minigours negros grises y blancos, gours más grandes, estalactitas y estalagmitas. Tras cruzarlo con todo el cuidado que pudimos pasamos por un estrechamiento entre bloques y accedimos por fin a la “Sala Irala”.

Comenzamos a ascender por un caos de bloques, hasta la cumbre donde encontrábamos de nuevo coladas y gours, alegrándonos bastante de haber llegado por fin, comenzamos a dar luz a todos los lados, el techo estaba bastante alto y caía un pequeño chorro de agua que llenaba los gours de donde cogimos agua, estábamos hambrientos y nos pusimos a comer los bocatas de tortilla. Tras comer, me eché en la saca en posición fetal e intenté dormir un poco, apagamos las luces y comencé a disfrutar de una sensación fantástica, estaba con los ojos cerrados dormitando, pensado que no estaba en una cueva soñando que sí lo estaba mientras oía caer las gotas sobre los gours y escuchaba las gotas como saltaban con el eco de la gran sala cuando de repente empecé a escuchar una voz que cada vez se hacía más clara, era Sergio que me despertaba de mi ensueño, se estaba quedando frío, le dije que me diera dos minutos, me despedí de mi sueño y me levanté.

Empezamos a rastrear la sala a fondo por todas las paredes y bordes, revisamos una gatera que se colmataba y poco más pudimos rascar, era una gran montaña de piedras, barro y bloques que hacía tope contra las paredes, retrocedimos hasta la entrada de la sala donde dedicamos un buen rato a fotografiar la zona. Después bajamos de nuevo al río para comprobar donde le perdíamos la pista, hasta que llegamos a un sifón, por el  momento infranqueable debido a la cantidad de agua, aunque escuchábamos zonas huecas por donde corría el agua  al otro lado de la dificultad, comprobándolo por unas gateras laterales del río, así que decidimos dejarlo para verano y atacarlo por el otro lado, es decir, por Urbío.

Aquí comprobé que Sergio se había ablandado en Bahrain, donde se pasaba horas sentado haciendo y rehaciendo planos. Le sugerí que esa gatera le tocaba y él, y respondió:
-         -Que no, que estoy malo… juas juas juas…
Al final se arrastró y recuperó su dignidad con la cabeza bien alta.
También nos dimos cuenta de que el aire que antes nos acompañaba, aquí ya no se movía, lo cual nos hacía llegar a la conclusión de que tiene que haber alguna galería por la parte superior del meandro del río por el cual se marcha ese aire.  A la vuelta comprobamos en una zona que volvíamos a sentir el aire, mirando hacia arriba se planteaban incógnitas. 
Al llegar al cruce del río, le dije a Sergio que esperara que iba a mirar unas cosas que me había parecido ver, subiendo una rampa de piedras llegué a una gatera y a través de unos bloques a una sala que continuaba a través de otra gatera, salí sin mirar más para ojear eso mismo dirección al aporte, que quedaba unos 15 metros más abajo, Sergio vino y tras meternos en un montículo de bloques de un desfonde contemplamos dos niveles fósiles colgados, el primero a unos 10 metros y el segundo a unos 20, al otro lado dirección al aporte se veía lo mismo, pensé trepar al primer nivel, pero ya habíamos trabajado bastante  y estábamos algo cansados, así que poco a poco fuimos volviendo. 


Paramos a hacer más fotos en la galería del techo plano, y después continuamos saltando de orilla a orilla hasta los primeros gours donde paramos a beber agua, aquí a Sergio le empezaban a fallar las fuerzas, este tiempo en Bahrain le había pasado factura, yo también estaba casado aunque no más de lo habitual en estas trallas, continuamos hasta la escalera subimos y volvimos a parar a beber agua y a tomarnos una mermelada de isostar que nos devolvió fuerzas renovadas. Ahora Sergio tiraba fuerte, yo decidí mantener el ritmo, y en la segunda cuesta puse el intermitente y le rebasé por la derecha. Al salir estiramos un poco y fuimos al bar de Gandara a tomar unos refrigerios y algo de chorizo, nueces, mandarinas y aceitunas. Charlamos un rato de lo que vimos y lo que podía ser, y nos fuimos directos a reunirnos con el resto del club.

Encantado de conocerte Irala.


Todas las fotos de la salida

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