MUESTREOS DE BIOLOGIA SUBTERRANEA EN UDIAS
CAPITULO 1: (EN BUSCA DEL BICHITO)
Como diría algún filósofo
“la vida es un devenir de circunstancias y encontronazos”, no sé ni quién
ni cuándo, y es posible que no fuera un filósofo. Pero algo de razón tenía, que
no toda. Lo que he aprendido, a lo largo de mis pocos años, que el destino nos
conduce, a veces, a través de un camino trazado. Otras veces son las personas
las que deciden en cierto momento dar un paso por un camino no marcado, o que
otros no hemos visto tan claro.
En nuestro club es la segunda vez que lo veo, y espero que
no sea la última. Y los dos con muy buenos resultados. La primera, ya conocida,
fue el descubrimiento de la Sima Tobes. Todo hay que decirlo, no tuvo nada de
circunstancial, sino de un sexto sentido de nuestros compañeros Sergio y
Adrián.
Por otro lado nuestra
compañera Marta, que ya llevaba mucho tiempo diciendo que había que ir a buscar
un bichito que vio al final de la cueva. Pero si mide 2 mm, ¿cómo coño sabe que
es algo interesante? Si no veo si tiene cuernos o solo pelillos.
Algunas acuáticas y otras terrestres. Nombres como
“Alzoniella cantábrica”, “Psidium”, “Clausilia”, “Islamia Azarum”, da muestra
de la gran variedad de especies que habitan este entorno. Parece mentira que en
un entorno tan oscuro y húmedo pueda haber tanto bicho. Y es aquí donde aparece
nuestro bichito, en principio un “Colémbolo”. Observamos y anotamos su
ecosistema, su modo de vida. Todo un ejemplo de supervivencia en medio hostil. Es
el culpable del inicio de nuestra andadura y aprendizaje. ¡ Mardito bisso¡
Pero se nos echa el tiempo encima, ya que para llegar a esta
zona hay que caminar casi dos horas, así que decidimos regresar. Nos damos
cuenta de que hemos iniciado un camino poco usual en la espeleo, y no me
refiero a la caminata de dos horas, que seguro nos dará muchas satisfacciones.

CAPITULO 2: (REENCUENTRO)
Después del primer contacto con este mundo de la biología
subterránea, estábamos ansiosos por seguir la investigación en Udías. Una cueva
con esas características, la multitud de aportes y la presencia del río nos
tenía que dar una biodiversidad importante. Además los resultados de las
primeras muestras fueron esperanzadoras. Los moluscos fueron mandados a un
especialista (Félix Ríos) que rápidamente nos dio los resultados y empezaron a
salir los nombres de los protagonistas, citados algunos
en el capítulo anterior.
Esta vez queríamos ampliar la búsqueda y optamos por mirar
zonas raras, en las que normalmente no nos hubiéramos fijado. Entramos como
tantas otras veces por Seldelhaya y recorrimos las galerías mineras, y en la
segunda rampa se nos cruzó por el camino una especie de escarabajo de seis
patas, de color marrón y de unos 10 mm de longitud.
Le sacamos fotos, buscamos más ejemplares y encontramos
algún otro individuo, anotando zona y demás características del entorno. Este
animalillo nos abriría otra puerta, con otro importante especialista (Vicente
Ortuño), que nos dio un nombre “Laemostenus Peleus” y la posibilidad de una
importante colaboración. Como bien nos explicaría en una charla posterior que
organizamos en Bustablado, el bichito es “cavernícola” (como nosotros)
reciente, pero algunos géneros como “Dalyat” se pueden considerar un fósil
viviente, cuya especie caminó entre dinosaurios y posiblemente en épocas
anteriores.
Más adelante, y ya en la parte de cueva que fue explotada
por la minería, decidimos entrar a la base del pozo de Peñamonteros, situado a
unos 100 metros de la galería principal.

Después de fotografiar y anotar todos los datos necesarios
seguimos hacia la zona final de la cueva, pasamos la gatera y accedemos a la
parte activa del río. Buscamos nuevas formas de vida, en las charcas los
gamarus o echinogamarus, en las rocas y bloques los colémbolos, y alguna araña
u opilión que otro.
También es una zona
muy interesante. Se la llama Zona Final, porque aunque el río sale por Novales,
en esta zona llega hasta un caos de bloques impenetrable por cuyas grietas se
filtra el agua. Final de la cueva de Udías. Tiene partes donde el río se
remansa y adquiere una profundidad de unos 4 o 5 metros y otras donde corre
sobre cantos rodados, pero para llegar hasta los bloques hay que nadar o usar
un bote.
Ya tenemos suficiente información y muestras de moluscos, y
consigue mi compañera la inestimable ayuda de los especialistas del IBBTEC, a
los que estamos muy agradecidos, que nos hacen fotos con lupa de cada uno de
los especímenes. Se las pasamos a Félix, y como por arte de magia, ya tenemos
preparado el primer artículo sobre FAUNA
SUBTERRANEA en la cueva de Udías, publicado en la revista digital Gota a Gota
nº 8.
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