16 noviembre 2015

MUESTREOS DE BIOLOGIA SUBTERRANEA EN UDIAS

CAPITULO 1: (EN BUSCA DEL BICHITO)   
Como diría algún filósofo  “la vida es un devenir de circunstancias y encontronazos”, no sé ni quién ni cuándo, y es posible que no fuera un filósofo. Pero algo de razón tenía, que no toda. Lo que he aprendido, a lo largo de mis pocos años, que el destino nos conduce, a veces, a través de un camino trazado. Otras veces son las personas las que deciden en cierto momento dar un paso por un camino no marcado, o que otros no hemos visto tan claro.
En nuestro club es la segunda vez que lo veo, y espero que no sea la última. Y los dos con muy buenos resultados. La primera, ya conocida, fue el descubrimiento de la Sima Tobes. Todo hay que decirlo, no tuvo nada de circunstancial, sino de un sexto sentido de nuestros compañeros Sergio y Adrián.
Por otro lado  nuestra compañera Marta, que ya llevaba mucho tiempo diciendo que había que ir a buscar un bichito que vio al final de la cueva. Pero si mide 2 mm, ¿cómo coño sabe que es algo interesante?   Si no veo si tiene cuernos o solo pelillos.
Así que me convenció, o me engañó, para ir a la zona que se encontraba el susodicho animalejo, llamado comúnmente “bicho”. Hicimos una inspección desde la entrada de Seldelhaya y fuimos anotando las zonas con más vida que nos íbamos encontrando. Está claro que se encuentran mayormente en zonas con aporte de agua. Es a partir de la gatera, que pasamos ya a una parte activa de la cueva, por la que discurre el río Subia. Nos empezamos a encontrar conchas vacías de caracolillos y bivalvos de varias especies, así que empezamos con la recolección de moluscos. Algo complicado debido al tamaño microscópico de estas especies.

Algunas acuáticas y otras terrestres. Nombres como “Alzoniella cantábrica”, “Psidium”, “Clausilia”, “Islamia Azarum”, da muestra de la gran variedad de especies que habitan este entorno. Parece mentira que en un entorno tan oscuro y húmedo pueda haber tanto bicho. Y es aquí donde aparece nuestro bichito, en principio un “Colémbolo”. Observamos y anotamos su ecosistema, su modo de vida. Todo un ejemplo de supervivencia en medio hostil. Es el culpable del inicio de nuestra andadura y aprendizaje. ¡ Mardito bisso¡


Pero se nos echa el tiempo encima, ya que para llegar a esta zona hay que caminar casi dos horas, así que decidimos regresar. Nos damos cuenta de que hemos iniciado un camino poco usual en la espeleo, y no me refiero a la caminata de dos horas, que seguro nos dará muchas satisfacciones.
 Como he dicho al principio el sexto sentido existe y cada uno tenemos nuestro momento mágico, se puede llamar intuición, predicción, instinto. Como quiera que se llame, parece que se incrementa cuando estamos en un sitio en el que nos fallan los otros cinco. Y es importante saber cuando tenemos que hacer caso de él.







CAPITULO 2: (REENCUENTRO)
Después del primer contacto con este mundo de la biología subterránea, estábamos ansiosos por seguir la investigación en Udías. Una cueva con esas características, la multitud de aportes y la presencia del río nos tenía que dar una biodiversidad importante. Además los resultados de las primeras muestras fueron esperanzadoras. Los moluscos fueron mandados a un especialista (Félix Ríos) que rápidamente nos dio los resultados y empezaron a salir los nombres de los protagonistas, citados algunos en el capítulo anterior.


Esta vez queríamos ampliar la búsqueda y optamos por mirar zonas raras, en las que normalmente no nos hubiéramos fijado. Entramos como tantas otras veces por Seldelhaya y recorrimos las galerías mineras, y en la segunda rampa se nos cruzó por el camino una especie de escarabajo de seis patas, de color marrón y de unos 10 mm de longitud.
Le sacamos fotos, buscamos más ejemplares y encontramos algún otro individuo, anotando zona y demás características del entorno. Este animalillo nos abriría otra puerta, con otro importante especialista (Vicente Ortuño), que nos dio un nombre “Laemostenus Peleus” y la posibilidad de una importante colaboración. Como bien nos explicaría en una charla posterior que organizamos en Bustablado, el bichito es “cavernícola” (como nosotros) reciente, pero algunos géneros como “Dalyat” se pueden considerar un fósil viviente, cuya especie caminó entre dinosaurios y posiblemente en épocas anteriores.
Más adelante, y ya en la parte de cueva que fue explotada por la minería, decidimos entrar a la base del pozo de Peñamonteros, situado a unos 100 metros de la galería principal.
Usado por los mineros que trabajaron aquí, para acceder a la mina. Es un pozo con un montacargas (hoy desaparecido), con una profundidad de casi 200 metros.  Actualmente tapado en su parte superior con una losa de hormigón y vacio por dentro, por un derrumbe de su estructura de madera, que se amontona en la base del pozo. Sus paredes talladas en la roca caliza se conservan en buen estado, con unas dimensiones de unos 6 metros de largo por 4 de ancho. Allí observamos una variedad de especies muy alta. Con arácnidos y Litovius por las vigas, colémbolos e isópodos sobre los escombros,  y zonas con barro en las paredes donde encontramos más moluscos para estudiar.



No tenemos claro todavía como llegan hasta allí estas conchas, en una zona en la que no hay ningún aporte de agua, y el río está a unos 40 metros por debajo de la base. Pero creemos que la base pudo inundarse en ocasiones puntuales, o bien por aportes surgidos sobre el mismo pozo, o por una subida muy excepcional del río.


Después de fotografiar y anotar todos los datos necesarios seguimos hacia la zona final de la cueva, pasamos la gatera y accedemos a la parte activa del río. Buscamos nuevas formas de vida, en las charcas los gamarus o echinogamarus, en las rocas y bloques los colémbolos, y alguna araña u opilión  que otro.
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 También es una zona muy interesante. Se la llama Zona Final, porque aunque el río sale por Novales, en esta zona llega hasta un caos de bloques impenetrable por cuyas grietas se filtra el agua. Final de la cueva de Udías. Tiene partes donde el río se remansa y adquiere una profundidad de unos 4 o 5 metros y otras donde corre sobre cantos rodados, pero para llegar hasta los bloques hay que nadar o usar un bote.

Ya tenemos suficiente información y muestras de moluscos, y consigue mi compañera la inestimable ayuda de los especialistas del IBBTEC, a los que estamos muy agradecidos, que nos hacen fotos con lupa de cada uno de los especímenes. Se las pasamos a Félix, y como por arte de magia, ya tenemos preparado el primer artículo sobre FAUNA SUBTERRANEA en la cueva de Udías, publicado en la revista digital Gota a Gota nº 8.


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