Este pasado mes de Agosto he
tenido el placer de poder explorar en el campamento situado en las laderas de
Peña Castil, junto al grupo que lo organizaba comandados por nuestro buen amigo
Zape. Creo que no necesita presentación en el mundo de la espeleo y tampoco es
amigo de protagonismos, por lo que me ciño a los hechos…
Después de contactar con el
grupo decidí acertadamente subir una semana al campamento, bien aconsejado por
los mismos, y que coincidió en los días de novedades en la exploración. Es
verdad que menos tiempo es escaso, así que pude disfrutar de dos entradas con
mi compi Teio del Burnia, quien a pesar de andar averiado descendimos a casi
-700 para instalar el vivac en la VA-1, acompañados por Gonzalo el valenciano.
Curiosamente en la entrada siguiente se supo que después del vivac se
encontraba un p200 que comunicaba con zonas conocidas. También descendimos en
la segunda ocasión a la VA-5, una preciosa sima que te regala con otro pozo de
200 metros al poco de entrar, es habitual en Picos esta verticalidad. Algo más
concreccionada que la VA-1 y curiosamente tiene algunas zonas en las que hay
que ascender bastantes metros para continuar por la vía principal. Al final el
río hace las delicias con zonas de meandros estrechos, pozos que terminan en
marmitas y salas que se abren tras ellos. Es impresionante la salida de la VA-5
viendo el Urriello y Bulnes enfrente. Solo dos comentarios chicos (1- Que me
matáis con las entradas de 20h, aunque me encanta ver amanecer tras salir de la
torca. Y 2- Teio el té de roca entra muy
bien, pero con algo que le de sabor entra mejor).
También las labores de
preparar las comunicaciones se convierte en una diversión, si en el campamento
no funciona pues habrá que bajar a una cueva a colocarlo, y desde allí pudimos
hablar con nuestros compañeros en el vivac… aunque a Olga no le apetezca salir
de allí que baje el siguiente grupo.
Disfruté en las simas, disfruté
en los descansos en el campamento y de cada ratito en el que el grupo se aliaba
para preparar las entradas y las tareas diarias, además de que la vida en la
montaña a casi 2000 metros de altitud te hace estar alerta ante los cambios de
tiempo repentinos o el sol implacable. Una zona increíble en la que los días
pasan muy despacio para saborearlos entre un montón de chiflados como yo, la
verdad es que gusta ver a un grupo tan unido y cada uno de su madre y de su padre,
no faltan las risas, las historias al calor de la cocina, las sentadas al
atardecer para compartir un poco jamón y vino, viendo la puesta de sol sobre un
mar de nubes… hasta canguros teníamos.
Para los que todavía no me
reconocen soy el que puso la caseta del perro nada más llegar, si... ese. En la
cueva de hielo a las órdenes de Kasia que nos estaba haciendo unas fotos
increíbles, pero es inevitable, no me puedo estar quieto, con Estibaliz de “partener”
posando como auténticos modelos, estuvimos horas en esta cueva hasta que las
manos se empezaban a quedar adormecidas y decidimos salir. Cuando se me
acababan los días allí menos mal que Inma tenía el botiquín a mano para aliviar
mis resecos ojos, aunque no se por qué extraña razón goteaban al despedirme. Un
abrazo a tod@s chic@s.
Josean
PD- No se porqué extraña
razón te encuentro en todos los sitios Dani jajjaja.
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