Abril 2025
Nos colamos en el torco, pasada la galería de la risa llegamos hasta un nido de material, formamos dos grupos Marta y Pelos fueron a topografiar gateras, Jorge y yo a comprobar un par de estrechos meandros y una ventana. Uno de ellos era más prieto de lo normal, teniendo que ir en oposición empotrándonos entre las dos paredes para no caer en el desfonde, accedimos por una pequeña ventana y logramos colarnos lateralmente y acceder a una gatera, con la piqueta en mano fui raspando algunos tramos, hasta llegar al colapso de sedimentos de la gatera. Pensábamos en hacer una instalación vertical para llegar a la ventana, pero la larga envergadura de Jorge le facilitó hacer una escalada y ahorrarnos la instalación. Inspección infructuosa.
Comimos y unos se fueron
a desinstalar un pasamanos y los otros nos volvimos a meter en ese exprimidor
de meandro para topografiarlo, más de media hora para sacar cuarenta metros.
Tras volvernos a juntar otra vez, unos fueron a topografiar apretadas gateras y
otros a instalar un pasamanos.
Al finalizar el pasamanos,
tenemos un pozo que da a la galería principal y una ventana al inicio de este
pozo. Jorge se curró el pasamanos y el acceso a la ventana. Estábamos
inquietos, ansiosos de entrar en la galería que nos mostraba la ventanuca.
Una vez los cuatro dentro, empezamos a topografiar. Es una galería de entre ocho y diez metros de altura por uno o cuatro metros de anchura. Paredes onduladas, jaspeadas de yeso blanco, brillaban al reflejo de la luz, racimos de flores de yeso por doquier. Por el camino incógnitas cada diez metros, al lado izquierdo de la galería aparecían notables ventanas, que comunicaban con lo que parecía una galería más amplia que en la que estábamos. No obstante continuamos por la misma, hasta que nos dieron las ocho y nos dimos la vuelta. Nos fuimos a cenar a la Retama y a brindar por el nuevo descubrimiento.
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