PERNOCTA Manu Alonso Contreras 1-VI-12
Érase un viernes por la tarde, cuando nos juntamos cuatro
(Sergio, Pelos, Elena y yo) con la intención de pasar una noche dentro de la
cavidad que estamos explorando, como casi siempre, por unos u otros, la cosa se
nos demora un poco. Que si salgo tarde del trabajo, que si se me olvida algo,
que si tenemos que pasar por el supermercado…En fin, dejando los vehículos en
el reducido parking, al lado de la cuneta, apañamos todos los menesteres y atravesamos
un prado adolinado utilizado para el ganado que nos conduce a la cuenca del
rió, por la cual penetramos en la cavidad, hermosa y amplia entrada, adornada
por una verde vegetación y el constante sonido de fondo que produce el rió.
Vadeando repetidas veces el Suvia y encontrándonos con algún
que otro pasamanos, Elena no parece encontrarse en condiciones, da muestra de
ello echando una "pota" , más o menos a la altura del cuarto anclaje, Sergio y yo
íbamos al lado de ella y de la risa pasamos a la preocupación, nunca se nos
presentó un caso como éste, alcanzamos
un descansillo en el que se pudo relajar, al poco y con sorpresa, estoicamente
se animó a continuar.
Atravesando el rió y trotando por enormes galerías,
alcanzamos la zona del vivac, un lugar cálido donde los haya dentro de una
cueva, al menos ese día no se apreciaba mucha humedad, de hecho yo no tenía la
necesidad de meterme algo caliente como en otras ocasiones…huy que cosas digo.
Pelos y Sergio si se prepararon el condumio en el hornillo, Elena y yo cenamos
en frió. Y después de estar un rato pensando en verde, nos metimos en el saco.
A la “mañana” siguiente, nos fuimos despertando poco a poco,
vamos que unos más rápidos que otros, medio recogimos el campamento, previo
desayuno, y abreviadamente realicé una incómoda
instalación de un pozo que nos bajaba al rió(jua,jua,jua), mientras arriba se
dedicaban ha balizar. Sergio y Pelos se adelantaron a la sala en la que tenían
pendiente de terminar la instalación para llegar a una ventana colgada.
Previamente Sergio me indicó cual era el camino, en
principio parecía sencillo y pensándolo bien, la verdad es que lo era, y
llegando al final de las indicaciones, observando que apenas había huella en la
colada que hay en el fondo del meandrillo, me surge la absurda duda (como es
costumbre en mi) de haberme equivocado, ¿no me habré saltado el paso?, total
que Elena y yo retornamos al rió .
Una vez allí, no tengo claro por donde hemos descendido al
rió, oteamos por un lado y hacia el otro, y oímos una voces, Alicia y Carlos
habían llegado al vivac!?, ninguno dábamos mucho porque acertaran tan pronto en
llegar, pero la fuerte voz de Alicia dejó claro en todo el sector que andaba
por aquí. Según descendían ya nos quedo claro el paso, el resalte desde abajo
parece más inaccesible de lo que era. Nos juntamos y recorrimos el meandro, no
había más opciones que el fondo, Alicia observó que las huellas estaban por
encima de la colada, ella entró primero en la sala y naturalmente la vacilada y
el descojono estaban garantizados.
Pelos permanecía suspendido de la instalación intentando llegar
a la ventana, los demás fisgamos por la sala, algunas fotucas y Alicia en su
papel de madraza nos prepara unos bocadillos de tortilla que elaboró el día
anterior, junto con unas latillas, lo cual agradecimos gustosamente. Papeamos
mientras Pelos empezaba ha desinstalar, la ventana fue solo un amago (cosas de
la espeleo).
Empezamos ha salir unos antes que otros, para no acumularnos
en los pozos de subida, no obstante por algunos tramos nos íbamos rejuntando y
liándose a fotos como si en esas zonas hubiese algo que mereciera la pena recordar
(paparazzis). Alicia ayudó a Elena, cargando con su saca “cuatro hombres y yo
con dos sacas, le manda…”
Y saliendo sanos y salvos, esos días de lluvia un grupo de
cabras refugiándose de la misma, salen espantadas al vernos, sorteando el
expuestillo paso de acceso a la cavidad, como eso como cabras. Una vez
cambiados decidimos tomarnos unos
cacharros en ese pueblo que tenemos cariño, aúpa Bustablado!
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