En la víspera de Santiago nos reunimos Pelos y yo en
Bustablado, tomamos unos refrigerios y finalmente una hermosa hamburguesa en el
bar de Chema. A media noche nos recogimos en nuestras alcobas.
A las diez y media nos introducíamos en el torco Jigar, ubicado en la campa del
Pente (Duñuca-Duña). Para nosotros tiene la peculiaridad de haber sido los únicos y a solas, que hemos
entrado por tercera vez en esta cavidad, un sufrido idilio, qué bonito! Esto no lo solemos tomar por norma, ha
coincidido de esta manera y asumimos el riesgo de ir solos. Porque la cueva, de
momento, no ofrece grandes distancias.
Una vez instalados los pozos, llegamos a la punta de
exploración. Una gatera colgada a la altura de nuestras cabezas, con presencia
de aire. Ya nos habíamos colado por ella, la última vez que estuvimos, y
observamos parte de lo que hoy íbamos a topografiar. La altura de la galería,
en general, no la define cómoda precisamente. Es un estrecho meandrillo
freático y embarrado, que en esta ocasión por la falta de lluvias, se nos
presentaba bastante seco. En los tramos finales gana en altura, varias galerías
la cruzan, y llegamos a toparnos con una desobstrucción. La realización de la topo nos hace avanzar
lentamente en estas condiciones.
Optamos a un nivel superior, damos con otra galería
aparentemente paralela a la inferior con rumbo norte-noroeste, las dimensiones
son algo mayores, donde decidimos comer. En algunos tramos vemos trazas de
pequeñas de flores de yeso. Gruesas agujas, como no había visto, clavadas en tacos
de barro seco. Daba la impresión que ambas galerías, en su día, sufrieron una
crecida de las aguas, saturando de barro todas las superficies de las mismas,
debieron de ser muy bonitas.
Y siguiendo en la galería superior, vemos que sus extremos
hay continuación a seguir después de una desobstrucción. Encontramos la opción
de trepar una chimenea y otra de una apretada rampa, previa instalación de un
par de anclajes, que nos daría a un posible tercer nivel. Bueno tenemos
pendientes varias labores más y con los 500m de hoy la jornada está cumplida.
Dada la característica de la cueva, los músculos de
hombros y espalda están cargados de sobra. El cansancio y el hambre empiezan a
acuciar, con lo que retornamos a la salida. Afuera Lorenzo
se escondía , nos cambiamos y bajamos al bar Romano, donde la señora Sina , pese a la
hora, nos preparó una buena cena casera.
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