El pasado sábado 12 de
marzo volvimos a Udías, parte del equipo a explorar y otros nos dedicamos a
muestreos de fauna. Con el debido permiso por parte de la consejería de Medio
Ambiente y siguiendo sus indicaciones decidimos muestrear el segundo sector que
comprende la entrada de la boca mina Sel del Haya, su trayecto hasta el final
de la cueva.
Manu, Marcos
(Trasmiera) y yo, Marta.
El trayecto no supone
más que unos pocos kilómetros, pero los muestreos se hacen lentos y la tarea
nos lleva unas cuantas horas.
En la entrada es
sorprendente el número de arañas y la actividad que presentan. Parece aumentar
la cantidad de Tegenarias (Tegenaria
inermis) en cada salida. Un poco más adelante se ven numerosas Meta menardi y Nesticus Luquei. Gracias
a Carlos E. Prieto y Jon Fernández que en una anterior visita nos enseñaron a reconocer
los diferentes ejemplares, incluso el sexo y si son juveniles o adultos. De opiliones
esta vez se avistan un par de ejemplares juveniles de Gyas titanus. Pero es más adelante donde vamos a recoger varios
ejemplares de arañas troglobias para completar un estudio. No se nos suele
ocurrir fotografiar estos ejemplares, nos dimos cuenta tarde. Queda pendiente
para otra salida.
Es a los pocos metros
donde hacemos una parada más larga para rebuscar entre la materia orgánica y
donde mejores resultados obtenemos y mayor biodiversidad se encuentra.
Abundantes en esta zona
los colémbolos, de varias especies distintas, pero casi imposibles de
fotografiar. Continuando por las rampas
nos encontramos con algún Laemostenus
peleus, corren tanto que no da tiempo a fotografiarlos. Aquí ya comenzamos
a ver a los opiliones Ischyropsalis cantábrica,
sobre todo juveniles como los fotografiados.
Bajando la escalera que
nos lleva a la cueva encontramos de nuevo abundantes colémbolos, recogemos
varios de esta zona con el aspirador y absorbiendo luego etanol, para que no se
queden en las paredes del tubo. Queremos completar un estudio de colémbolos en
la cueva de Udías con Javier Arbea y necesitamos ejemplares de un grupo que son
difíciles de ver a simple vista y más aun de recogerlos y no perderlos. Lo
único a nuestro favor es que se encuentran en pequeños charcos en las paredes
húmedas y que estas son de color oscuro y los colémbolos flotan en la
superficie del charco y son puntitos blancos. Gracias a este contraste y la
paciencia tanto mía, como la de Marcos y Manu, logro capturar alguno.
Parada obligatoria es
el Pozo Peñamonteros, espantoso pero punto caliente de biodiversidad donde
también recojo colémbolos. Marcos fotografía algún lithobius, que según Mateo
Vadell se trata de Lithobius derouetae.
De la que continuamos
la marcha tras comer, me asomo a una antigua estructura de la mina y en una
abandonada piel de plátano aparecen abundantes leiodidae, colémbolos y
lithobius. Pensamos en la idea de llevar plátanos y dejarlos como atrayentes.
No conseguimos llegar
hasta el final de la cueva, se nos echa la hora encima y la subida de las
rampas nos lleva bastante tiempo. Pero finalmente vemos un solo ejemplar de
zospeum vivo, lo que nos hace emplear tiempo en fotografiarlo y buscar más
ejemplares vivos pero sin éxito. Se encuentran a una profundidad de unos 145m
desde la entrada.
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