El grupo espeleológico Bathynellidae es uno de los pocos
clubs creados en torno a la investigación de fauna subterránea, más específicamente
sobre el grupo de los Sincáridos y las técnicas de muestreo de la fauna
intersticial. La investigadora Ana Isabel Camacho, que trabaja en el Museo
Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) de Madrid en el departamento de
Biodiversidad y Biología Evolutiva, y su marido Carlos Puch son los precursores
de este club que llevan su investigación a un nivel mundial. Su zona de
exploración se encuentra situada en los alrededores del Deva y Lamasón, siendo
este un Karst con antiguos valles glaciares y macizos rocosos de poca altura
pero gran profusión, enclavado entre la parte occidental de Cantabria y la
oriental de Asturias.
Contactamos con ellos con
intención de aprender un poco de su laborioso y exquisito trabajo, y muy
amablemente se ofrecieron a realizar unos muestreos en la Cueva de Udías. Quedamos
en uno de los sábados en los que ellos se acercan a Cantabria, aprovechando la
jornada para invitar también a algunos amigos, y poder realizar fotos de las
zonas muestreadas. De esta manera nos juntamos ese día 10 espeleólogos, entre los
que se encontraban nuestros invitados Ana y Carlos y una compañera suya
italiana, que investiga en Australia, llamada Julia. También se acercaron nuestros compañeros
Marcos del Trasmiera y Susana del AER. Entre los nuestros del grupo CCES
estábamos Josemi, Saúl, Manu, Marta y yo. Ni que decir tiene que con un grupo
tan numeroso el día prometía.
Después de nuestro encuentro y
tras las presentaciones oportunas nos dirigimos hasta la entrada de la mina de Sel del haya, lugar por el que
habitualmente entramos a la Cueva de Udías, ya que coincide con el eje de la
cueva y nos ahorra bastante tiempo en la aproximación a muchas zonas. Ya
teníamos unas zonas seleccionadas de antemano con abundantes aportes y pozas de
agua con lo cual íbamos derechos a nuestro objetivo.
No obstante al entrar por la mina Ana observó
un aporte que le pareció importante, al lado de las vías mineras hay una amplia
colada por la que cae gran cantidad de agua, y comenzó en él su primer muestreo
de batinelas. Ayudada por su compañera Julia que muy amablemente le tapaba los
goteos de agua mientras sostenía el material necesario para ello.
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Allí Ana realiza su segundo muestreo
con la manga y gran paciencia, y como siempre con la innegable ayuda de Julia.
Sin terminar los muestreos de
Batinelas hasta aquí vemos que ya nos pasamos la hora de comer hace un rato, y
decidimos volver hasta una zona arenosa que pasamos en una galería anterior.
Allí y tras degustar nuestros particulares menús nos sacamos una foto de grupo
y charlamos animadamente, pero no nos podemos estar mucho porque en una cueva te
quedas frio rápidamente. De regreso paramos continuamente a muestrear
colémbolos, hacer fotos con el macro de fauna subterránea, recoger distintos
especímenes que Ana se lleva para
realizarles análisis genéticos. Parece que cada día encontramos algún bichito
que nos sorprende. Agradecer también las reveladoras fotos que con su macro nos
hace Marcos, del grupo Trasmiera, y que nos aporta desinteresadamente cada vez
que se lo pedimos.
Y como vamos con tiempo de sobra
decidimos hacer un recorrido distinto de salida por la mina, para que nuestros
invitados conozcan más zonas interesantes, y a la vez mitigar la subida que
siempre se nos hace eterna por las rampas principales. Por estas galerías
paralelas a la principal se puede llegar a un pequeño lago artificial en el que
hacemos el quinto y último muestreo de Batinelas.
Y después subimos por el curioso
andén con tejavana, que no sabemos a ciencia cierta que utilidad presentaba
dentro de la mina, pero que tiene curiosos escritos en sus paredes con años
marcados que rondan los inicios y finales de los trabajos en la mina, fechas
escritas de los siglos XIX y XX. ¡Un trocito de historia!
Salimos todavía de día y tras
recoger bártulos y cambiarnos quedamos en ir a tomar algo, como siempre, a
nuestros lugares favoritos. Después de refrescarnos decidimos algunos en ir a
cenar a un restaurante de Lamasón que nos recomienda Carlos, y las que no
pueden tristemente se despiden de nosotros. Chicas, lo siento mucho,
brindaremos por vosotras, lamentablemente las ocupaciones maternales conllevan
mucha dedicación y tiempo. Nos queda en nuestro recuerdo este bonito día,
rodeado de buenos amigos y en el que tanto hemos aprendido. Ana y Carlos,
¡muchas gracias!
Josean y Marta.
Una salida fantástica donde aprendimos y disfrutamos mucho, saludos
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