participar en la desinstalación de la Torca de la Cumbre, CO. 31, perteneciente a la zona de
exploración de su club. Nos juntamos, aparte de Carolo y su inseparable amigo Fidel Molinero,
Marcos del Trasmiera y yo. Quedamos pronto para realizar la larga caminata de ascensión
hasta la torca, plagada de matojos, brezos y escajos, el último tramo es además un laberintico
lapiaz difícil de sortear. Ya en la boca nos encontramos con el pozo de entrada de 57 metros, y
4 fraccionamientos, un buen comienzo.
La torca no presenta problemas salvo las angostas gateras que hay que sortear después de
bajar otro pozo de 27 metros, y ya pasada éstas nos encontramos con el último tramo de
cuerda desde el que procederemos a desinstalar.
La desinstalación resulta sencilla dados el estado de los materiales y la calidad del montaje, y
rápidamente vamos recogiendo el material que guardamos en nuestras sacas. La vuelta por las
gateras se complica con el peso de tanto material pero solucionamos el percance y seguimos
hasta los pozos de entrada. Nos alternamos en la desinstalación para no sobrecargarnos de
peso y cuando llegamos arriba tenemos tres sacas repletas hasta arriba de cuerdas y metales.
Fidel, que nos ha esperado fuera, nos ayuda con el reparto de pesos y la distribución de sacas,
ya que hay que contar que tenemos que llevar en ellas también el equipo de vertical, los
cascos y demás indumentaria utilizada.
El día es caluroso y la ropa sobra rápidamente. Con tanto peso encima la vuelta por el lapiaz es
una tortura, y avanzamos lentamente para evitar lesiones y posibles golpes. Y una vez pasado
el resto del camino solo consiste en ir adivinando el mejor sendero posible entre tanto escajo.
(Para el que ande a menudo por el monte a esa cota le sonará de qué hablo). Lo más fácil suele
ser seguir las sendas dejadas por las vacas y caballos que pastan en esos montes. Y llegando a
los coches vemos a varios ganaderos con algunos animales malheridos por el ataque de los
lobos, que en esta zona es algo habitual.
Mientras nos cambiamos aprovechamos para comer un riquísimo queso de Idiazabal y unas
lonchas de buen jamón para recuperar las fuerzas de la caminata. Al final pasamos un día muy
entretenido y como no acompañado de buenos amigos.
Nuestro club tiene que agradecer la importantísima aportación de material del club
Bathinellidae que tan bien nos va a venir. Muchísimas gracias Carolo, Ana, Fidel.
¡No lo olvidaremos!
Josean
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