06 septiembre 2018

Prospecciones en el Porracolina: 30 de Agosto, “Los cinco en la sima Hipérico”



Un jueves atípico, con Santander en fiestas, nos hace animarnos a buscar hoy una nueva entrada a la oscuridad, repasando varias torcas encontradas en una prospección anterior (no contaré esa aventura para dejarla en las cenas y reuniones entre risas del grupo). Así que hoy seremos 5, y como esos librillos famosos que muchos leímos cuando éramos chiquillos nos aventuraremos en los indómitos lapiaces del Porracolina.





Los grupos anteriores que aquí exploraron dieron un buen repaso en este gran karst, pero es muy difícil terminar con los cientos de torcas de una zona tan fracturada como pudimos comprobar, puesto que las dos nuevas bocas se hallan a solo un centenar de metros de desnivel sobre la carretera. Están totalmente limpias de marcas ni anclajes y su boca es parecida en tamaño, de unos 3 metros de largo por 1 de ancho.


No tardamos más de quince o veinte minutos en llegar a la primera, cuya primera estimación fué de unos 40 metros con nuestro efectivo método de tirar una piedra, aunque es verdad que alguno le dio unos 20 más. Los voluntarios para instalarla son Manu, Pelos y Jara, quienes se ponen a la obra al momento. 
Después de repartir el material Jordi y yo nos acercamos a la segunda que sabemos que es más pequeña y pensamos que podíamos verla en poco tiempo. Al llegar a la cabecera observamos que el fondo se ve a unos 10 metros y Jordi se dispone a instalar la cabecera y descender al fondo tras 3 anclajes. Una vez abajo los dos comprobamos que el fondo lleno de piedras se encuentra colmatado al final, sin posibilidad de continuación, pero Jordi nota algo de aire entre unas piedras y nos ponemos a retirar todo lo que estorba. Entre las piedras algunos huesos de cabras, como suele ser habitual, y tras retirar unas pocas piedras aparece una gatera que nos encargamos de despejar. Un rato más tarde se puede pasar y comprobamos que al otro lado hay la base de una chimenea, y mirando hacia arriba se ve la luz de la calle a la misma altura que el pozo desde el que bajamos. Sin más posibilidades desinstalamos y marcamos esta pequeña torca.


Al mismo tiempo en la otra ya han descendido unos cuarenta metros y el pozo continúa, así que me dispongo a descenderla para ver qué pinta tiene. Cuando voy llegando compruebo que Pelos y Manu ya están en la base y está claro que pasa de los 60 metros. El pozo de unos 10 metros de largo por 4 de ancho en su zona de mayor volumen baja con plano inclinado en sus primeros metros para abrirse, no se aprecian ventanas hasta casi la base, donde se ve por una estrecha grieta un volumen detrás. Dicho volumen parece un pocillo de 4 metros que creemos pueda ser la base de una chimenea paralela. Algo curioso para nosotros es la corriente de aire que se muestra en varias zonas y parece circulatorio entrando por la grieta del pocillo paralelo. Dejamos la incógnita para otra ocasión y salimos topografiando el pozo que al final nos da 75 metros y cuando llegamos arriba nuestros compañeros han buscado un nombre para esta torca, gracias a una planta fácilmente reconocible que encontramos cerca de su boca, se llamará Torca Hipérico.


Finalmente para concluir el día los cinco nos acercaremos a una torca conocida, llamada “El perro de Fermín”, tras salvar el desnivel por el empinado lapiaz llegamos a su boca y después de instalarla procedemos a abrir un poco la boca de un pozo encontrado en su base a -40 que pensamos que puede tener unos 60 metros. Aunque la ausencia de aire nos indica que no tiene mayor importancia preparamos el pozo para topografiarlo. Un trabajo laborioso y poco fructífero, pero útil y que no debemos abandonar para saber más sobre este gran karst del que esperamos todavía gratas sorpresas.


Josean

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