Un día antes, a eso de las 20:00 habíamos quedado Cura, Fonso y yo en el club para coger todo lo necesario para seguir explorando en Udías. Fonso y yo llegamos a las 21:00, veníamos de hacer prácticas en la cantera y se nos había hecho tarde. Al llegar a la puerta del pabellón estaban Micro, Monje, Marta y otro chico del que no recuerdo su nombre. Les saludamos y percibí cierta tensión, Monje nos medio contó camino abajo, que un rato atrás hubo bronca, por lo visto hubo subidas de tono... Últimamente está habiendo bastante tensión en el Club, solo espero que esto no salpique y que pronto todo vuelva a la normalidad, porque aunque no estés metido en el lío, el club somos todos, y tarde o temprano nos acaba afectando.
Bueno, cuando llegamos no había bronca, todo lo contrario, estaba Cura regañándonos cariñosamente por llegar tarde mientras organizaba el material que nos haría falta al día siguiente. Material de topografía, material de espitar, mosquetones, maillones… Le pregunté a Manu que como es que no venía, me dijo que se iban Juan, Julio y él a la cueva de los murciélagos. Un rato después estábamos en la “oficina” tomando unas cañas y comentando la jugada, y mientras, esperábamos los pinchos de tortilla gratis de rigor, que por alguna extraña razón nunca llegaron… Qra estaba bastante animado, ya que de un tiempo para acá había estado perdido en algún lugar de la tierra asturiana, lejos de la humedad, ecos y oscuridad que entrañan las profundas oquedades de los terrenos cársticos, y que ahora vuelve a retomar. Fonso y yo, como buenos novatos, animados y con los ojos bien abiertos, ya que sabíamos que de Qra aprenderíamos muchas cosas.
Bueno, cuando llegamos no había bronca, todo lo contrario, estaba Cura regañándonos cariñosamente por llegar tarde mientras organizaba el material que nos haría falta al día siguiente. Material de topografía, material de espitar, mosquetones, maillones… Le pregunté a Manu que como es que no venía, me dijo que se iban Juan, Julio y él a la cueva de los murciélagos. Un rato después estábamos en la “oficina” tomando unas cañas y comentando la jugada, y mientras, esperábamos los pinchos de tortilla gratis de rigor, que por alguna extraña razón nunca llegaron… Qra estaba bastante animado, ya que de un tiempo para acá había estado perdido en algún lugar de la tierra asturiana, lejos de la humedad, ecos y oscuridad que entrañan las profundas oquedades de los terrenos cársticos, y que ahora vuelve a retomar. Fonso y yo, como buenos novatos, animados y con los ojos bien abiertos, ya que sabíamos que de Qra aprenderíamos muchas cosas.
La hora quedó fijada, 9:45 en el bar Gándara. Fonso y yo llegábamos de nuevo tarde, esta vez solo 10 minutos, pero Qra más, así que sin problema. Ante mi asombro, el bar estaba cerrado, desde que había salido de casa hasta el bar, no había parado de pensar en el pedazo de café que me iba a tomar, llegó Qra y tampoco tenía en la furgo, así que fuimos para arriba. Una hora y media más tarde entrábamos por la boca de la mina, yo cargaba con la saca y con una tienda de campaña de “quechua” que habíamos hablado de llevar para dejar víveres, material, botiquín, y por si algún día nos da por hacer noche, cura decía:
¡Que guay, que cebaos estáis!
Paré a coger agua para el carburo en la poza de otras veces, comprobando que el nivel del agua había bajado un montón. Seguimos hasta la escalera y bajamos a la “mina-cueva”, por donde reducimos el ritmo drásticamente al darnos cuenta de que Sergio no había venido, así que no teníamos que correr. Fuimos contrastando los lugares con la topo que había impreso para cada uno. Al cabo de un rato llegamos al pozo pastelero, donde nos pusimos los equipos, Qra me echó una mano con el arnés, se me había hecho un lío.
A partir de aquí, íbamos comprobando todas las instalaciones con el fin de comprobar que todo estaba en perfecto estado, también íbamos recuperando mosquetones y poniendo maillones.
Tuvimos que apretar un montón de chapas, en el pozo pastelero también cura dedicó un rato a cambiar la instalación con el fin de facilitar la maniobra, hizo un ocho con dos orejas, al bajar parecía más cómodo, y el reparto de las cargas en las chapas estaba más equilibrado. Así continuamos poco a poco contrastando la topo con la cueva, quedándonos bien como era, en un cruce nos perdimos, pero retrocedimos, y me di cuenta de que nos habíamos pasado un meandro amplio a ras de suelo que estando de pié no se veía, y así continuamos hasta la galería de las excéntricas.
En la salita echamos la “quechua” y echamos unas risas por el contraste, nos dimos cuenta que hasta había un cojín dentro de la tienda, esta tienda en otros días era mi casita del amor…. Ahí mismo comimos bajo la luz del carburo, si no recuerdo mal eran las 14:30. Un rato después, metí algo de comida que había llevado para dejar, atún, turrón blando, sardinas unas barritas de cereales y Fonso dejó unas almendras.
Cuando acabamos de comer, fuimos a ver las excéntricas, yo era la tercera vez que visitaba la cueva y no las había visto. Eran extrañamente bonitas y abundantes, no eran las típicas que se encuentran en las cuevas.
Una vez visto, continuamos comprobando las instalaciones hasta el pozo Gitano, eran las 16:30, y ya poco tiempo teníamos para hacer nada. Cura estuvo en la cabecera del pozo gitano observándolo, mientras Fonso y yo estábamos en el pozo paralelo donde unas semana antes, Manu había instalado un pasamos volado bastante impresionante, a unos 50 metros de altura. Pensamos en bajar abajo e intentar conectar los dos pozos, pero el tiempo se nos había echado encima, Fonso tenía compromiso, así que con la misma, comimos una naranja y una barrita y dimos la vuelta.
Qra se quedó con las ganas de bajar, pilló un trocito de cuerda del pozo gitano para saber qué medida y marca era, y retrocedimos nuestros pasos. Al menos este día, contemplamos como era la cueva. Así poco a poco salimos a la calle donde hacía un día maravilloso (otra vez) para cualquier cosa menos para meterse a una cueva.
Una vez fuera, al poco rato apareció Sergio, que se iba a Liébana para escalar al día siguiente y pasó hacernos una visita. Fonso marchó dejando rueda, le habían llamado para avisarle de que habían adelantado el compromiso. Sergio Qra y yo fuimos al Bar Gandaracerves, que acabaron en chorizo a la sidra, y dos filetes con patatas y café, ñam ñam gloria. Ahí estuvimos un buen rato más comentando la jugada del próximo día, al rato, cada uno nos fuimos a nuestra casa.
Adrián. Fernández. Mateos. (El Pelos)
Muy bien la cronica del Pelos.
ResponderEliminarEsto es lo que importa en el club.
Un saludo y que la exploración y topo se de por encima de los cinco Km para el final del año............no os queda nada
Juan Colina