13 septiembre 2019

Semana Grande en la Torca de la Llana de la Len

(Días 15 al 21 de Julio)

Pues si, una semana… no me he equivocado, siete días dan para mucho cuando se trata de explorar en los confines del razonamiento humano pero que pueden resultar cortos embebidos en la dinámica del explorador. Todo hay que decirlo “motivados” por supuesto por los últimos logros del clan político a la hora de alardear del patrimonio subterráneo… no queríamos ser menos, aunque no tuviéramos cápsula nos las apañamos con nuestro vivac en el confín del universo conocido, presumiendo de gourmet con la comida liofilizada (ah, pues en mis lentejas hay chorizo, pues en mi pasta boloñesa falta algo de sabor, jajjaja), nuestros cascos (con agujeros), nuestros trajes (más bien con grietas y parches), enroscados en los arneses llenos de cachivaches los “Pobrelanders” se dirigen descendiendo por grietas, abismos insondables, estrechos meandros y gateras infernales hacia nuestro reducto fuera de esta galaxia para enfrentarse a la soledad, el silencio, la oscuridad (Coño!!! Qué bien se está!!)

Después de la típica rueda de prensa en la que nos preguntan por nuestra marca de calzoncillos tres Pobrelanders llamados Ciano Crusoe, Pelos y Gus el abuelo, se adentran por la boca de la Torca de la Llana de la Len, pensando en estar cuatro días hasta que llegue el reemplazo, con Fredo, Manolo, y Josean, que estarán de jueves a domingo. El reparto se hace debido a problemas obvios del curro en su mayoria, aunque en el último momento Ciano decide probar lo que es estar 7 días bajo la poca luz de su frontal por razones de gestión (O sea, que no se fía de que le bebamos el vino)

Tiempo después del hallazgo del Río Macarena que nos abre otra incógnita en el Túnel del viento, se propone que el primer grupo de explolanders se dirija a continuar el río y mejorar los pasos de un meandro con un nombre que lo dice todo (La Ciénaga de Srek). Con un fango líquido y profundo, succionador de botas, es el peor sitio para hacer un picnic, así que se busca algún paso superior que evite este húmedo y angosto lugar, aunque hay una opción que por desgracia no llegará a superar ese paso. Así que deciden continuar hasta el río donde topografían en busca de la continuación y superan la punta de exploración de la vez anterior, instalando pasamanos en las partes más profundas, ya que hay que pensar que nuestros trajes espaciales no son sumergibles. Llega un punto en el que el techo desciende hasta quedar a unos centímetros del agua, por donde sopla tanto aire que forma pequeñas olas, pero sin neoprenos resulta impenetrable.

Exhaustos y empapados de la húmeda zona se vuelven al vivac para recuperar fuerzas e intentan secar los maltrechos trajes, no sin antes haber dado cuenta de las instalaciones en la Ciénaga de Srek y acceso al río para cambiar de aires, dejando el material en el meandro Gau. Este primer grupo de intrépidos Pobrelanders serán los encargados también de comenzar una prometedora escalada en una enorme pared de la Galería de Poseidón, dejándola instalada hasta unos 15 metros del suelo.

Ya estamos a Jueves y el segundo grupo se prepara para entrar, pertrechados con enormes sacas galácticas llenas hasta los topes, en la boca encontramos los encargos dejados por Ciano Crusoe para intentar sobrevivir algunos días más a 500 metros de profundidad. Mientras descendemos los grandes pozos el primer grupo ya se preparan para salir comenzando el interminable trasiego de pozos, meandros y gateras que son necesarios hasta ver la luz y nos los encontramos después de un breve descanso en el 15M (repisa entre bloques en las cabeceras de voluminosos pozos paralelos de más de 60 metros) Después de contarnos sus andanzas nos despedimos de Gus y Pelos que poco a poco se dirigirán hasta la salida. 
Nosotros seguimos nuestra ruta descendiendo con ánimo hasta que al llegar a la gran galería de Poseidón vemos entre los bloques a un extraño personaje que empieza a soltar raras palabras mientras agita los brazos y comenzamos a entender algunas frases sueltas (¡esperar ahí!, ¡alumbra para el otro lado!, ¡no os mováis!) Nos sentimos algo amenazados por esas palabras así que le hacemos caso y después de un rato nos acercamos para comprobar que debajo de esas greñas y esa capa de barro está Ciano Crusoe, el último superviviente.

                                         Reino de Poseidón, (en la foto hay 3 espeleologos)

Hemos llegado pronto y después de un rápido tentempié nos acercamos hasta la escalada con intención de llegar arriba, poniéndose en la labor Ciano y Fredo mientras Manolo y yo revisamos una sala en el otro lado de la galería en la que encontramos algún tramo de meandro sin revisar y varios pozos sin descender. Nos acercamos con nuestros compañeros que necesitan material y tenemos que ascender para pasarles más cuerda y anclajes, y de esta manera se llegará al final de la escalada de 35 metros (que se llamará “La Escagada del Pelos” debido a los conductos epifreaticos de este último), que nos colocará en las puertas de una gran galería fósil con muy buen aspecto.

Pero somos pacientes y sabemos que al día siguiente nuestro cometido será otro, caminando el viernes en dirección al Tunel del viento donde descenderemos por el meandro Gau hasta llegar al material dejado por el primer grupo, el cual dejaremos en una sala superior de la que parten varias incógnitas. Por un lado el mismo regato que forma el Gau pero en dirección contraria, aguas arriba, forma un estrecho meandro activo que una vez que se va elevando pierde las capas de barro y en el que se encuentran formaciones tan curiosas como las pisolitas. Subimos topografiando, trepando pequeñas cascadas, cruzando marmitas y estrechos conductos hasta que se reduce tanto que resulta impenetrable.

Volvemos con nuestros compañeros que están revisando otro meandro que sale de la misma sala en dirección contraria. Después de destrepar algunos metros el meandro sale a la cabecera de un p30 que a -10 tiene una gran losa encajada desde la que parte un meandro, pero descendiendo el pozo completamente encontramos otro meandro por el que se desciende progresivamente y terminará pareciéndose mucho al Gau, por lo que le llamamos Gau 2. Al final después de estrechos pasos barrosos se encuentra un p20 o 30 desde el que se vislumbra abajo un meandro limpio, y lo dejaremos preparado para descender por falta de material. Subimos hasta la losa colgada y exploramos el meandro superior que se desfonda en varios pozos paralelos de 15 metros con volumen y con varios pequeños pasos entre bloques que terminan en paso impenetrable. Después de aburridos de tanto meandro y con una topo bastante completa de la zona nos vamos a descansar al vivac que está a 1 hora más o menos.


La jornada del sábado será todo lo contrario, por lo que significa la exploración de una gran galería fósil y completamente virgen, el sueño de cualquier explorador. Aunque no sabemos si se terminaría a los pocos metros de empezar, por lo menos prometía bastante por dimensiones y forma de la cavidad con un techo abovedado y bastante corriente de aire. Después de ascender los 35 metros de la pared de la Galería de Poseidón nos damos cuenta que la instalación está en una zona peligrosa por varias rampas llenas de piedras sueltas que pueden caer fácilmente y hablamos en mejorarla una vez que veamos las posibilidades de la nueva galería. Una vez en la boca de unos 10 metros de ancho y 8 de alto jalonada por una enorme estalagmita la galería continúa en dirección sur- suroeste desde el principio, abriéndose en volumen a los pocos metros de empezar, y al poco se cruza con otra galería inferior que vuelve en dirección a Poseidón hasta que se abre una pequeña ventana colgada en la pared de la misma y a escasos 30 metros de la otra boca.

De nuevo en la galería, que llamaremos Galería del Coral, nos encontramos con el primer desfonde con un pozo de unos 10 metros (sin descender) el cual sorteamos con un pasamanos sobre una larga rampa barrosa que una vez pasada se va cerrando la galería en dimensiones hasta dejar dos bajas diaclasas, y continuamos por la mayor que sopla tanto aire que la cruzamos sin parar por la sensación térmica, la segunda quedará sin  mirar.

Una vez cruzado a los 15 metros se abre de nuevo la galería en otra sala con un pequeño desfonde, a partir de aquí se suceden las salas, pozos, galerías transversales, chimeneas, por una bonita galería tapizada en muchas ocasiones por formaciones que parecen plantas o coral y con cantidad de espeleotemas de todo tipo. Es imposible explicar los más de 600 metros topografíados como eje principal de la galería que sigue el mismo rumbo sur-suroeste desde el principio y sus muchísimas incógnitas, aunque también resulta difícil explicar las caras de asombro que llevábamos en muchos rincones, tan increíbles que es difícil describirlos.

Hasta que en un punto del camino en el que estos fistrolanders ya estaban aburridos y cansados de explorar y topografiar y comentando entre ellos el detenerse y volver, echaron la vista atrás y recordando otras exploraciones que se habían dejado a los pocos metros del final decidieron continuar un poco más por experiencia, donde a la vuelta de la esquina les esperaba el final de la galería, en un punto en el que se colmatada de material  concreccionado y sin nada de aire. Salimos con cuidado de pisar las mismas huellas para perturbar lo mínimo posible y se prepara a la salida una nueva instalación más colgada, evitando las rampas de material suelto. Ya en el vivac celebramos estos fructíferos días y preparamos parte del material que sacaremos al día siguiente.


Todavía queda volver por las pisadas y contentos por el nuevo descubrimiento y sus múltiples incógnitas, de repente crecidos pasamos a ser algo más que unos “pobres espeleólogos”, que no necesitan experiencias nada más que las vividas por lo intensas y emocionantes de estos días, que no necesitan de halagos porque el descubrimiento es el de uno mismo, el de compartir con los amigos, echar unas risas y reírse del miedo, en los límites del mundo conocido, da igual el tamaño de la aventura sino el afrontarla con la serenidad del EXPLORADOR.

Josean

                                                     
                                                           Fotos: CCES-ÁBRIGU

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