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26 julio 2022

 

Recuerdos deformes

 

Durante la primavera, en diversas conversaciones que mantuvimos, Manu y yo esbozamos la idea de llevar a su sobrina Estela, a mi nieta Iris y a algún otro niño -si podíamos cuadrarlo- a visitar una cueva en algún momento del verano. A primeros de julio estuvimos mirando fechas para hacer compatible la salida con la niña de Encarna y  el niño de César. Hablamos de la Cueva del Molino de Bustablado y de la Cueva Cañuela como posibles candidatas para realizar la actividad.

 

Finalmente quedamos el sábado 23 de julio para ir a la Cañuela. Ni César, ni Encarna iban a poder pero algo había que hacer aunque no todo salga como nosotros queremos. El grupo iba a consistir en Eduardo (hermano de Manu) y su hija Estela, mi hijo Eduardo y su hija Iris, Manu, yo y Roberto (un nuevo miembro del CCES). Nos reunimos en Solares a las nueve y media y estuvimos revisando los arneses y los cabos de anclaje de todos los integrantes del grupo. El día estaba radiante. Aparcamos cerca de la Cueva del Molino y fuimos hasta el comienzo de la senda por la carretera de Bustablado. A nuestra izquierda quedó la fuente de Mojaculos. Nunca había reparado en ella a pesar de la cantidad de veces que he recorrido la carretera. Tal vez recuerdos borrados.  

 

 


 

 

La senda que lleva a la Cañuela pasa primero por una cabaña, luego, subiendo ligeramente, atraviesa un prado hacia el este y en el límite entre prado y bosque salta el murete separador y serpentea por el bosque entre lapiaz. Mis recuerdos eran vagos pero se ajustaban a la realidad. Finalmente toma la canal que baja de la boca de la cueva, donde la hierba crece larga y frondosa por el aire fresco y húmedo que se precipita desde la boca. En esta última rampa suele haber barro muy deslizante pero esta vez nos encontramos con la tierra seca y fácil de transitar. La sequía de este verano se notaba en todas partes y aquí también.

 

Justo en el porche de la cueva, donde aún crecen los helechos y el musgo, acabamos los preparativos de ropa y arneses para cruzar el pasamanos. En la gran galería, que suavemente gira hacia la derecha, la luz se iba perdiendo y tamizando y los ruidos reverberaban a lo largo de casi trescientos metros creando un ambiente reverencial como en una catedral. Manu nos ofreció una explicación básica de como recorrer el pasamanos con seguridad. 

 

En mis recuerdos la Cueva Cañuela aparecía como un fácil recorrido, casi todo el tiempo andando, con galerías muy claras y delimitadas. Sólo el pasamanos cercano a la entrada presentaba alguna dificultad. Y en los recuerdos de Manu la apariencia era más o menos la misma. Eso nos había dado, y nos daba, confianza en que la elección de la Cañuela (para niñas) era correcta. Iris y Estela se movían muy bien en todos los pasos, incluido el pasamanos.

 

Después de rebasar un poco el Pozo del Arca, ya entrando en el Cañón Oeste, un gran boque oculta (y marca) el comienzo de la galería que permite ir "andando" hasta la Sala de la Encrucijada. Mis recuerdos hasta ese bloque eran muy precisos. Y la continuación recordada (la galería gira suavemente de este a sur y permanece en ese rumbo) también me parecía precisa. Pero aquí comenzaron mis recordados recuerdos a diferir de lo que veían mis ojos. Resaltes, destrepes y trepadas que no esperaba se agolparon para crear la duda. Ensanches o zonas que podían ser llamadas "salas" rompían la línea recta norte-sur que la memoria dibujaba en mi mente. En un momento dado el paisaje dejó de cuadrarme. Mi primera teoría, que no comente con nadie en ese momento, fue que al ir con las niñas la evaluación de distancias/tiempos y dificultades se me había "deformado". Sin embargo no era de recibo que antes reconociese todo y un poco después me pareciese todo desconocido. De común acuerdo Manu y yo paramos para evaluar la situación. Mientras él volvía atrás para verificar que no nos habíamos desviado de la ruta yo saqué brújula y topo, eché un vistazo, comprobé lo acertado de la dirección norte-sur y avance hacia el sur para reconocer el terreno mientras el grupo descansaba. Y, ajá, enseguida llegué a la característica gatera que desemboca en la Sala de la Encrucijada.




Todo esto me hizo recordar el capítulo sobre la memoria del libro "Proust y la Neurociencia" de Jonah Lehrer. En él se explica, de una forma bastante amena, algo sobre los mecanismo de la memoria y los recuerdos. En resumidas cuentas lo que viene a decir es que cuando convocamos un recuerdo lo reconstruimos con una mezcla de los elementos vividos (recordados) y de otros creados en el momento en que el recuerdo es convocado. Así cada vez que convocamos un recuerdo añadimos elementos nuevos y eliminamos elementos recordados (en mayor o menor cantidad) dando lugar a un proceso de modificación o deformación del recuerdo que aumenta con el número de veces que lo convoquemos. En algunos casos es tan fuerte el recorte de elementos que hablamos de memoria selectiva. Así pues yo tenía una memoria muy selectiva en este caso.

Para mí, y para Manu, lo peor fue darnos cuenta de que nuestro recuerdo de la continuación por la Sala de la  Encrucijada, bajo el acceso a Los Bulevares, en dirección a la Galería de las Sierras era todavía más selectivo. Había una trepada desde la gatera hasta el acceso a los Bulevares en la que nunca habíamos reparado ya que siempre pasábamos con adultos más o menos hábiles y responsables. Pero cuando nos fijamos bien esta vez caímos en la cuenta de que pasar por allí con las niñas sin asegurarlas (íbamos sin cuerdas) no era una opción posible. El recuerdo de "fácil", diríamos más bien el no recuerdo, estaba basado en una una premisa que ahora no se cumplía. Decidimos sabiamente desistir en nuestro avance y volvernos para visitar el Cañón Oeste.

 

El camino por el CW era muy cómodo salvo algunas zonas con bloques. Nos detuvimos ante un pequeño lago. Hubiéramos tenido que mojarnos los pies para pasar más allá. Hicimos una sesión fotográfica junto al lago.  Volviendo atrás, junto a unas coladas y gours blancos, hicimos otra sesión. La tercera fue ante una colada cercana al Pozo del Arca. Finalmente la última sesión fue en el pasamanos. Fotografié desde atrás y desde delante el pasamanos pero pensé que, realmente, esas perspectivas no le hacían justicia al sitio.

 

A la salida sentimos el aire como un horno bochornoso, sobre todo al abandonar el río de aire frío que cae desde la cueva. Al salir del bosque tropezamos con un ternero recién nacido que aún no se tenía de pie. La madre tenia el cordón umbilical colgando aún. La vida en crudo y en directo.

 

De vuelta en los coches teníamos hambre. Roberto nos ofreció su suculento "segundo bocadillo" que había llevado por si acaso nos retrasábamos. Me sorprendió lo previsor que estaba siendo. De cualquier forma y de común acuerdo nos fuimos a Bustablado a tomar unas cervezas sentados a la sombra (que nadie se alarme: las niñas tomaron refrescos...) Realmente nos había cansado esta "corta y cómoda" salida de espeleo para niñas. Pero el placer de tomar unas bebidas juntos borraba todo lo demás. Probablemente se estaba iniciando el proceso de memoria selectiva... 

        



 

24 marzo 2022

 

LAS MONTOSAS                                                                19-03-2022





Cavidad ubicada enfrente del cementerio de San Roque de rio Miera, en la base del farallón, con un desarrollo de algo más de un kilómetro, mantiene un rumbo oeste – este.




Durante una serie de jornadas, en colaboración con el club Abrigo, hemos estado realizando desobstrucciones e instalaciones varias, intentando encontrar un paso claro por los distintos soplos de aire que nos ofrece la cueva, el resultado todavía no es satisfactorio, dudamos poder encontrar paso humano.








Este último sábado hemos hecho una visita con nuevos socios, 

que aún no estando
muy duchos con la cuerda, se les aprecia un sano interés por
introducirse cada vez más en este mundillo. Así que nos juntamos Antonio, Carlos, Jose, Marisa y yo en un paseo de aproximadamente una hora desde la carretera de Valdició, recorriendo ascendentemente la ladera hasta llegar a la entrada de la cueva Las Montosas.



Una vez allí pasamos por su galería principal (G. del Globo) de sección agudamente triangular, amplia y de caliza clara. Un sector fósil que nos conduce hasta una gran sala (Sala del Ganso) con diversas formaciones y suelo irregular con tramos arenosos. Los fotógrafos se tomaron un ratuco con su hobby, estuvimos fisgoneando y picando algo.



Al salir y durante el recorrido de regreso, Jose un experimentado aficionado al dron realizó unas tomas del exterior. Y terminado el bonito paseo nos fuimos a tomar unos refrescos al camping de Lunada.


19 septiembre 2020

Jornada de Promoción de la Espeleología - 15 de Agosto

 Como cada año en esta misma fecha, que coincide con las famosas fiestas de la vaca en Bustablado y Duña, organizamos una Jornada de Promoción de la espeleología, invitando a compañer@s y amig@s a los que les gusta este rollo de mancharse de barro y vencer al frío y la oscuridad. Nos hemos juntado 25 valientes que separados en dos grupos entraremos en la cueva de la Buenita en turnos de mañana y tarde, manteniendo el distanciamiento y las medidas de higiene, que es lo que toca.



Después de hechas las presentaciones y con unos partener de lujo, quienes explicarán detalladamente todo lo habido y por haber en este mundillo, entramos en la cueva por la mina cercana al barrio de La Gándara. Allí y tras unas pocas galerías mineras se abre una gran sala, mitad cueva y mitad roca horadada por los mineros, en cuyo centro se abre un pozo con una escalera metálica de unos 8 metros. Tras descenderla se observa desde allí el cañón que se abre en dirección al río, aunque cogeremos otro conducto horizontal que lleva a una galería sobre la que se hallan multitud de formaciones como macarrones y paredes concreccionadas con coladas, estalagmitas, algunas teñidas de tonos ocres, blancos puros y ambarinas dependiendo del mineral con el que se mezclan las gotas de agua.

       

Después nos encaminamos hacia al río bajando la inmensa rampa de entrada hasta llegar al medio del cañón, donde se abre la gran galería que forma el eje de esta cueva, con una altura en puntos de unos 30 metros, sorprende el gran volumen que puede alcanzar. Al final de la galería subimos sobre un derrumbe de bloques hasta que encontramos el paso a las galerías fósiles, utilizando una cuerda colocada en una rampa de tierra que sirve solo de ayuda, pues se puede subir sin ella. Un pasamanos nos dará acceso a la galería de las excéntricas donde nos pasamos un buen rato haciendo fotos y recorriendo todos sus rincones, incluido el balcón que se asoma a la gran galería inferior.

                                 

                                 

                                 

 

Como siempre nos llevamos un bonito recuerdo de este día compartiendo con los amig@s nuestra pasión y esperando que ell@s lo hayan pasado igual de bien, pero nos despedimos solo para salir a tiempo de pegarnos un buen homenaje, que como siempre lo hacemos en Bustablado, cenando como marqueses donde el Romano y que esta vez estuvo amenizado por el Pelos a la guitarra y Cris cantando como ellos solo saben... un auténtico PLACER.

21 agosto 2019




DE PASEO                                                                                                        17-VIII-2019


Como va siendo costumbre por estas fechas realizamos una actividad espeleológica sin cuerdas o sin equipo vertical entre los socios del club y algunas amistades interesadas en el inframundo.















La actividad consistió en dar un paseo por la mina-cueva de Udías, desde Sel de Haya descendimos hasta casi el final del sistema rumbo noreste dirección Novales.

























El grupo estaba formado por seis federados/as (Jara, Rebeca, Jordi, Josean, Pelos y Manu) y por sietefederados/as para ese día (Angélica, Eva, Elisa, Estela, Eduardo, Gorka y Edu). Visitamos el pozo Peñamonteros, naturalmente por su parte inferior, dándonos una visión de la rectilínea excavación realizada por los mineros en su día. Posteriormente observamos las catas del material minero, sus orificios de extracción, estromatolitos fosilizados y diversos espeleotemas, sobre todo al final del trayecto.


En el camino de regreso el pelotón se fue estirando en varios grupos, saliendo de la mina a destiempos y por diferentes trayectos. Afuera el contraste de temperatura era notable, ya que hizo un sol de justicia durante todo el día. Al cambiarnos de ropa nos fuimos al bar de La Virgen a tomar un deseado refrigerio y después terminamos en Bustablado para hacer una fraternal parrillada.


14 mayo 2019

Travesía Cobijón-Seldelhaya

Semana Santa 2019


Uno nunca sabe cómo empezar un relato sin que parezca el típico diario que llevamos de exploraciones, el cual nos ayuda a realizar la memoria anual que presentamos en Consejeria, pero este no es el caso ya que después de tiempo explorando el cuerpo a veces pide paseos suaves bajo la luz de los led, brisas húmedas con olores indescriptibles del río Suvia o ver la inmensidad del Gran Cañón que nada tiene que envidiar al de ríos de aguas exteriores. Esta vez un mensaje del amigo Luis Almela del Espeleo Club de Castellón que me cuenta como viene con una veintena de espeleólogos de distintas zonas de Valencia, Murcia y Castellón a pasar la Semana Santa en tierras Cántabras, y claro, a tanta gente hay que darles tareas diarias que por nuestra parte ya hemos ofrecido a más de un amigo.

El primer ofrecimiento fue para los más osados, el colaborar con el grupo Trasmiera en la Torca de Bucebrón, a -400, para tareas de exploración y desinstalacion que explicaré más detalladamente en otra crónica. Y aparte realizar el domingo la travesía de Cobijón-Seldelhaya, que aunque sea en dirección opuesta a lo acostumbrado me pareció más oportuno para nuestros propósitos. Por varios motivos, pues aunque las rampas de la mina de Seldelhaya se nos presentarán en ascenso por otro lado nos quitamos el Pasamanos de la Muerte estando frescos que para muchos es un alivio.



Otro motivo es que las partes de la instalación que adecuamos nos pillan más a mano y aquí quiero hacer un inciso... en ningún momento hemos pretendido que esta travesía, que originalmente se instaló para explorar, fuese más que una manera rápida de acercamiento a zonas en exploración y por lo tanto su instalación más o menos correcta se puede renovar constantemente, dejando a los espeleólogos que lo usan el poder adecuar sus pasos a las medidas de cada uno con el fin de aumentar su seguridad. Sabemos que la verdadera espeleología es aquella en la que hay que ser autosuficientes y saber adaptarse a las circunstancias de cada zona, dejando claro que no es un paseo para cualquier persona que se ponga un casco y unas botas. Apoyamos por lo tanto a los grupos que la realizan que den sus opiniones y constructivos comentarios para informar a los que quieran atravesar las puertas de tan impresionante cavidad.
Seguidamente os dejo enlaces de los amigos de Castellón y sus frenéticas actividades en la Semana Santa y otra de los compañeros del Akelar de Navarra que participaron ese día.


http://geakelar.blogspot.com/2019/05/cobijon-sel-del-haya.html




La entrada por Cobijón es la principal boca natural y siempre asombra por la neblina que sale de sus entrañas, dejando paso a 11 espeleólogos que se aferran al poco de entrar en las cuerdas del gran pasamanos, serpenteando por encima del río y dirigiéndose hacia las grandes salas de Chechu y Tortajada. En el camino se encuentran cornisas, coladas, algún péndulo con remojón, fotos y risas, mientras arriba en las grandes salas los bloques entorpecen el paseo pero aquí ya no hay cuerdas. Al salir por la Galería de las columnas cambiamos y anclamos una cuerda en un destrepe que nos lleva  hasta la intersección de Hipnosis y el río. Una vez pasada la galería del vivac nos encontramos con las cuerdas que suben a Avatar y mientras algunos deciden visitarla adecuaremos el descenso con otra cuerda y nuevos anclajes hasta las galerías que nos llevarán a la tirolina.



Apartir de la tirolina todo es andar atravesando el río en algunas ocasiones y poco a poco iremos encontrando vestigios de la antigua minería y del camino marcado que no deja lugar a dudas. Hay que tener cuidado de no perder los escalones a nuestra izquierda que conducen a una escalera metálica que nos llevará a las galerías mineras. En ellas la senda principal de vías es la que hay que seguir y subiendo una empinada rampa de doble vía  llegaremos a ver flechas a la derecha que nos conducirán a la segunda gran rampa, que por suerte ya no es tan empinada como la primera.
Creo que sobra decir que como siempre terminan nuestras entradas en Udias nos fuimos a zampar una sabrosa cena en Bustablado, y mientras tomamos algo y charlamos animadamente de nuestros momentos y de preparar nuevas aventuras en compañía de buenos amigos.
(Tengo que agradecer también la inestimable ayuda de amig@s del grupo Trasmiera, del Ger de Burgos y del nuevo club Ozono que en sucesivas ocasiones nos han ayudado con las labores más ingratas, como la de portar sacas cargadas de cuerdas o taladros y servir de apoyo en muchas de las labores que hacemos en esta gran cavidad, un abrazo)

Josean


21 marzo 2012


Ensayos


Por Antonio G. C.


            Una semana antes del diecisiete quede con Sergio y Miguel para ir a balizar una zona de la cueva del Gándara. Supuse que Adrián también vendría. El viernes por la tarde intenté localizar algún comercio que tuviese hilo adecuado y varilla de plástico de 1.5 o 2 mm. La varilla que necesitaba no apareció en Resopal aunque me dieron esperanzas de conseguirla en cierto sitio del Polígono de Guarnizo. Sin embargo averigüé que en Bilbao existe el sitio adecuado. La cuestión es que alguien se encargue del ir allí.  Con el hilo tuve mala suerte al principio: Las cordelerías de la calle Carlos III han cerrado y en la Ferreteria Montañesa el hilo trenzado más “fino” era demasiado gordo y, sobre todo, demasiado caro. Me fui para Godofredo pensando que la oferta sería casi nula. Para mi sorpresa tenían varios tipos de hilo trenzado ideales para el balizaje. Con grosores desde 0.1 a 0.5 mm, resistencias de hasta 50 kg (Spectra), colores perfectos (amarillo saca, rojo, naranja, verde de varios tipos…) y reducido volumen (un km de hilo en el bolsillo) El único problema era el precio.  Balizar un km de galería con esos tipos de hilo saldría por más de 300€ (varillas y dos lados del sendero). De cualquier manera esos materiales eran una buena referencia. Pero lo que estaba claro era que al día siguiente no íbamos a balizar.
            Ese viernes por la noche no estaba de buen humor cuando llegué  al local del club. Para ser preciso estaba de un humor de perros. Mi mala hostia ascendió varios grados cuando me enteré de que Sergio se iba a explorar a Udías y que Adrián ni siquiera se había enterado de la propuesta de ir a la Cueva del Gándara. Escuetamente tomé el material que me iba a hacer falta: el taladroUneo, chapas de acero inoxidable y parabolts del mismo material. Cuando ya me iba Sergio me dijo que había cambiado de opción y que se venía. Quedamos a las siete y media. Poco después un mensaje me confirmo que también venían Adrián y Fonso. Les avisé de la necesidad de llevar escarpines de neopreno y ropa de abrigo limpia. Nuestro proyecto consistía en ordenar el tránsito por la zona escogida y ensayar las maniobras de cambio de indumentaria con vistas a su práctica habitual y a su difusión entre el colectivo espeleológico.
            Con un poco de retraso partimos para Ramales y nos reunimos con Miguel. Mientras conducía por Soba, la Mala Rodriguez nos incendiaba las neuronas con su rap.   A las nueve entrábamos en la cueva. Dos horas después hicimos una parada de dos minutos. En unas angosturas cercanas la llama de carburo de algún inconsciente había garabateado sinsentidos rupestres. Me costo controlar el rosario de sapos que salió por mi boca.
            Lo primero fue montar una cuerda fija ascendente para evitar una serie de coladas  intercaladas por barrizales. Luego monté un pasamanos sobre el fondo embarrado de un meandro para evitar el transporte del barro a zonas delicadas. Todo esto me llevo poco tiempo. Mis compañeros, mientras tanto, empezaron a quejarse del frío. Sin embargo el frío es sano. Ayuda a curar jamones y conserva los alimentos. Aunque no pretendo que nadie se hiele.
            Una zona con coladas y formaciones necesita de un cuidado especial. Nosotros estábamos probando la efectividad de la teoría: quitarse el mono exterior y las botas, calzarse escarpines de neopreno limpios y guantes limpios y con esta indumentaria transitar con calma, con movimientos calculados y premeditados. La cosa fue bastante bien. No dejamos ninguna marca nueva y fuimos capaces de quitar algunas manchas previas con la propia suela del escarpín actuando como trapo absorbente.
            Antes de pasar a ver una segunda zona de formaciones tuvimos que ponernos la ropa de batalla de nuevo. Comimos y volvimos a ponernos limpios. La paciencia es la principal virtud del buen espeleólogo. El tesón y la intuición son la segunda y la tercera virtudes. O quizás la intuición sea la segunda.
No nos entretuvimos demasiado en este segundo ensayo de practicar una espeleología responsable. Pronto comenzamos la vuelta hacia el exterior. Tanto Adrián como Fonso y Sergio quedaron muy satisfechos de los objetivos alcanzados. Y como añadidura Miguel disfruto experimentando con las fotos. La progresión hacia la salida estuvo salpicada de anécdotas memorables y de paradas de dos minutos. Lo más divertido fue el encuentro que tuvimos cerca del Delator con un auténtico rebaño de niños de menos de diez años conducidos por sus respectivos padres. Muchos niños y muy pequeños. Un auténtico dolor de cabeza para pasar por las cuerdas con seguridad…
Cuando llegamos al coche eran las ocho. Bajamos dulcemente hacia Ramales escuchando a Pat Metheny. Allí nos separamos. Yo continué conduciendo para llegar a una cena familiar. Y el resto del grupo se tomo unas cervezas a la salud del instante presente. Mientras tanto llovían gotas de agua desde un cielo oscuro.



24 noviembre 2011

Estrecheces (Crónica de Antonlo, visita a la Hoyuca)







            Dos semanas antes algunos llegaron a desconfiar de mi.  ¿Iba a acompañar realmente al grupo en La Hoyuca? ¿O me iba a escaquear como la última vez en Rubicera? Esgrimiendo información fresca hubo una propuesta de Antonio J. para entrar por Gorilla Walk. Una ruta rompespaldas que hubiera sido, en definitiva, un desastre.
Eran cerca de las nueve cuando abandone Solares, dejando en tierra a Pelos y Sergio, y me marche hacia Solórzano. Poco después hablé por teléfono con ellos y quedamos en la iglesia de Riaño. Unos minutos después me encontré en la casa rural Los Acebales con el grupo de Madrid y desayuné por segunda vez.  
Aparte de Pepe, Zaca, Ángel, Chicha, Antonio J., Miky, Hugo, dos amigos de Hugo, Miguel y yo venían Sergio y Pelos (Adrian) Pero, en una última jugarreta de Hugo, éste y sus amigos decidieron irse a la Rubicera. Puede ser que por lo bonita que es o por despejar un poco el aglomerado panorama. Yo todavía tenía mis dudas. Por un lado me interesaba avanzar más allá delAstradome. Quizás hasta Argamedon o incluso algo más lejos. Por otro lado existía la posibilidad de salir por el Hoyo de la Reñada. Pero estas alternativas chocaban contra el puro número de humanos: éramos diez. El hecho era que Pelos no traía escarpines y Sergio tenía interés por salir pronto. Miguel se hubiera apuntado a cualquier cosa, pero tampoco convenía dejar sin los más conocedores de la ruta al resto. Vista la situación decidí no insistir en ir más allá del Astradome. Pero dejé abierta la posibilidad de salir por Cueva Riaño.
El ingrediente principal del panorama era la pura inercia del número, la lentitud de los preparativos. Mientras subíamos hacia Giant Panda Miguel escudriño algunos coches desguazados al borde de la pista para buscar la pata de un limpiaparabrisas. Me pareció oírle decir que uno de ellos le iba bien. Un paseo de quince minutos nos basto para llegar a la entrada. Cerca de la boca varias cabañas bien arregladas decoraban con exactitud cántabra los prados. Podríamos llamarlo, si me permitís, un entorno encantador. Mientras nos colocábamos encima el equipo para verticales hicimos chistes sobre la seguridad de los puntales que impiden a la entrada de Giant Panda desmoronarse. Un montón de tierra y piedras que milagrosamente sigue en pie, tras varios años de precario montaje.
El orden de entrada fue: yo el primero, Miguel el último y el resto en medio. Pepe iba justo detrás de mi. Primero vinieron dos pozos sin complicación alguna. Pero lo más importante venía después. Había dos bonitas estrecheces. Lo adecuado era que cada espeleólogo instruyese al que le seguía en el paso de las dos estrecheces. Todo iba sobre ruedas hasta que la talla XXL de Chicha se atrancó en la primera estrechez. Le costo cinco intentos conseguir pasar por allí. Y lo hizo gracias a que todavía tiene las tablas del gran espeleólogo que fue. Esperando la resolución del problema, la mitad del grupo que había pasado antes que Chicha practicaba la paciencia abajo de la sima.










Pasaba de una hora ampliamente el tiempo de espera cuando por fin pudimos reanudar la marcha a través de Gorilla Walk. En el punto de encuentro con Second River pudimos, de nuevo, caminar como humanos. En ese lugar paramos brevemente y abandonamos los equipos verticales, unos trozos de cuerda y algunos neoprenos. A la vuelta se vería quienes querían salir por elHoyo de la Reñada. Básicamente el resto del recorrido hasta el Astradome fue cómodo. Solo el enlace entre First River y el llamado Third River incluye algunas gateras de poca monta.
Entré el último en el Astradome para intentar hacer alguna foto al grupo. Todos estaban repartidos por la base del cilindro.  Comimos, bebimos, charlamos y nos felicitamos por haber tenido la suerte de conocer este lugar. Y luego nos fuimos. Como Sergio y Pelos se habían cansado de practicar la paciencia y tenían un poco de prisa salieron muy rápido. Pronto dejamos de oírles.
 Según me iba acercando a la confluencia con Second River menos claro tenía como tomar la decisión. El problema es que si bien Giant Panda tiene dos jodidas estrecheces, la  ruta hacia Cueva Riaño tampoco es un camino de flores. Primero hay que pasar un laminador medio inundado con el suelo de grava. Las tres veces que he pasado por este sitio tuve que hacer un surco en la grava para caber. Y todavía no sé por qué esta vez era tan optimista. Luego hay dos pasos con trepada y/o destrepe delicados. Y para rematar la faena hay unas arrastradas cerca de la salida.
Pepe, Miguel, Chicha, Ángel y yo nos fuimos río arriba de Second River. Chicha pensó que eso sería mejor que pasarlas putas de nuevo en la jodida estrechez. Pero  pronto descubrí que las cosas no iban a salir como yo tenía planeado. Llegue al laminador de marras arrastrándome por el lecho del río. Totalmente empapado me percaté de que, si no usaba una paleta para hacer un surco, no iba a pasar por allí.  Y no tenía paleta.
Volviendo en directa hacia Giant Panda escuchamos al último del otro grupo bregando con la estrechez del meandro. En esa no habíamos tenido problema entrando y no lo iba a haber ahora saliendo. Pero Pepe estaba preocupado por la otra. Previsoramente dedicamos veinte minutos a romper con la maza los puntos más críticos del paso. ¡Bingo! Esta vez Chicha paso a la primera sin grandes dificultades.
Cuando salí ya era de noche. Antonio J. y Zaca se habían ido. De nuevo tuvimos que practicar la paciencia. Durante un rato combatí el frío dando saltitos y mirando los bichos que habitan en la zona. Pero lo más placentero del día fue llegar a la casa rural y poder tomar una ducha hirviente. Mientras nos deleitábamos comiendo, una pincelada de satisfacción teñía todas las expresiones faciales. Y especialmente la de Chicha.









10 septiembre 2011

Cueva del Escalón



Cronica de J. Carlos Alonso ( Caimán)


El viernes por la tarde en la reunión del club, no teníamos muy claro que actividad hacer el sábado.Después de barajar varias posibilidades decidimos que iríamos a visitar la Cueva del Escalón, situada a escasos metros de la boca de Coventosa. A la actividad nos apuntamos Fran, Matias, Carmen, José Miguel, Fonso, Belén, Alicia y yo. Quedamos para el día siguiente en Solares, en el lugar de siempre.
El sábado amanece triste y nuboso, incluso con alguna llovizna, motivo por el cual Jesús, que tenía que hacer alguna tarea al aire libre, decide que se une a nosotros para la visita. Cuando llegamos a Solares, Carmen nos dice que tenemos la baja de José Miguel, que ha tenido algún problema con un tobillo y esta vez no podrá acompañarnos.Le deseamos una pronta recuperación, y queda pendiente la sesión fotográfica para otra ocasión.
Una vez estamos todos, cogemos carretera de Arredondo, y desde este pueblo dirección a La Sía, para desviarnos a 3 Km en el Puente Nuevo y subir hasta el aparcamiento de Val de Asón, lugar donde dejamos el coche. Nos cambiamos y tomamos el camino que se dirige hacia la Cueva Coventosa. Al pasar por delante de su boca notamos un aire frío, helador, que en esta ocasión se notaba mucho más que en otras ocasiones. Superada la entrada a Coventosa, ponemos toda nuestra atención en no pasarnos un sendero algo marcado a la izquierda, pero aun así, el grupo de cabeza se lo pasa, hasta encontrar unos metros más adelante otra pequeña cueva en la que Fonso entra para ver si estamos en el Escalón o en otra cavidad. Fonso nos confirma que esa no es la cueva que buscamos. Cuando llega Alicia a escasos metros de nosotros, localiza unos metros más atrás un sendero y empieza a subir por él para comprobar si ahora estamos en el buen camino. Al poco tiempo un fuerte silbido nos confirma que hemos encontrado la boca de la Cueva del Escalón.
En unos minutos todos estamos a su lado, incluso "chiki " la perrita de Carmen que también entrará en la cueva. La boca es de 10 metros de anchura por 5 de altura y va descendiendo entre bloques hasta una gran galería con grandes formaciones estalagmíticas y algún que otro gour alimentado por filtraciones del techo. La cueva casi en su totalidad es esta gran galería (El Cañón) de unos 500 metros de longitud. Continuamos por esta galería hasta encontrar una cuerda que nos facilita una pequeña trepada y un poco más adelante llegamos al lago, que afortunadamente para nosotros esta muy bajo de nivel y no llega a cubrir las rodillas. Por la marcas de las paredes vemos que en alguna ocasión podría alcanzar hasta el metro y medio de altura y unos cien metros de longitud.
Superado este divertido obstáculo, seguimos avanzando hasta llegar al final del tramo horizontal de la cueva, en donde nos encontramos una cuerda que sube a las salas del nivel superior, pero antes avanzamos por una pequeña gatera hasta una minúscula sala muy bonita y concrecionada, en donde pasamos unos minutos admirando su belleza.


Volvemos a salir hasta donde esta la subida al nivel superior, nos ponemos los aparatos de vertical y empezamos a subir ( todos excepto Belén y Carmen que se quedan esperando) por una cuerda en no muy buen estado de aproximadamente unos 10 metros. A esta le sigue otra de parecida longitud, y posteriormente un pasamanos ascendente hasta llegar a una zona en donde abundan las formaciones excéntricas. Seguimos subiendo por el pasamanos hasta una pequeña sala en donde nos encontramos otra cuerda ascendente que dará paso a las dos últimas salas de la cueva. A estas alturas ya estamos sorprendidos por todo lo que hemos subido, pues en principio nos habían comentado que tan solo nos encontraríamos con una "pequeña cuerdecita". Superado este nuevo pozo, llegamos a una gatera arenosa y decorada con un curioso fuerte, en donde hay figuras de barro tales como aviones, tanques, etc, que nos lleva a la Sala del futbol.Esta sala es de gran tamaño y que tiene rincones muy bellos de concreciones y una gran colada en su parte central. Una vez hemos realizado las fotos de rigor volvemos por la gatera hasta la repisa desde donde poder acceder a la Sala Blanca. Algunos hacen una rápida visita a esta sala, y comenzamos la bajada, pues ya hace un buen rato que hemos dejado a Belén y Carmen y seguramente tengan algo de frío.
Yo voy cerrando el grupo, y veo desde las alturas, como los compañeros que ya han acabado la bajada van cogiendo camino de salida por la galería del Cañón. Acabo de bajar el último pozo, con mas pena que gloria, pues a la cuerda se le ve todo el alma y han hecho un nudo que soluciona en parte el problema, pero aún así bajo cagando leches hasta encontrar a Matias y Fran, que me están esperando para volver hasta la boca de entrada y juntarnos con el resto del grupo. Allí comentamos el estado de la cuerda, situación a la que algunos hemos dado más importancia que otros, y decidimos que ya es hora de ir a recuperar fuerzas en algún restaurante de Asón, si nos quieren dar de comer, pues ya es bastante tarde.
Una vez nos hemos cambiado y ya en Asón, vamos hasta el restaurante Coventosa, en donde todavía hay mucha gente comiendo y eso que son algo más de las cuatro y medía de la tarde. Preguntamos si nos pueden dar de comer, y nos responden que si, que a cualquier hora que vayamos nos atenderán. Esta frase la guardamos en la memoria para futuras visitas a la zona. Después de esperar un buen rato, por fin nos atienden y comenzamos a comer hasta estar bien llenos, incluso a alguno le hicieron en ese momento "el hombre mas feliz del Mundo", con sus solomillos con huevos fritos y patatas, y si no que se lo pregunten a Fonso.

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29 junio 2011

Huida (por Antonio)


No lo dude, se trataba de ir a Cueva Vallina. Por supuesto quería conseguir alcanzar al menos la consumación de uno de mis insistentes deseos espeleológicos. Pero se me estaba poniendo difícil reclutar compañeros para ciertas aventuras. El viernes por la tarde me pase por el club como último recurso para encontrar a alguien dispuesto. En contra de mis negras expectativas se apuntaron Julio, Pelos, Fran, Matías y Alicia; ésta última condicionada a poder con su cuerpo tras el desenfreno de una boda a la que iba a asistir el sábado... Preparamos un par de cuerdas, más cinco chapas con tornillo y mosquetón, y nos fuimos a casa después de jugar varias partidas al futbolín en el local del club y al pillo-pillo con la hija de Alicia.
Habíamos quedado el domingo a las nueve y media en Solares aunque, de forma confusa, me pareció que con Pelos había quedado a las nueve. El sábado hizo un calor especial. En algunos puntos de Cantabria se alcanzaron los 30º, pero aún así escalé con Pelos una vía en la cara SW de Peña Cigal (Caloca). Gracias a que me cubrí concienzudamente toda la piel como lo hacen los tuaregs no tuve una insolación. Sin embargo al día siguiente la cosa se iba a poner más seria.
Eran poco más de las nueve y media cuando vi a Matías y Fran en la estación de Solares. Al poco llegaron caminando desde alguna cafetería Pelos y Julio. Alicia se había quedado durmiendo y no hubo manera de contactar con ella... Nos repartimos entre la furgoneta de Julio y el deportivo rojo de Matías y enfilamos hacia el puerto de Alisas. El calor iba en aumento y nos faltaba espacio vital en los asientos de la furgoneta, pero el viaje se hizo corto. El último kilómetro de pista lo hicimos todos juntos en la furgoneta de Julio.
Los preparativos se empezaron a poner pesados. Pelos había tardado cinco minutos y escapo rápidamente hacia el bosque. Yo tarde un poco más y me tumbe dentro de la furgoneta para evitar el solazo. Al cabo de un tiempo interminable conseguimos ponernos en marcha. De pronto pregunte en voz alta, mientras hacía un repaso mental de lo que íbamos a necesitar, si alguien llevaba una llave para apretar los tornillos de los spits. Y vino la sorpresa: nadie había cogido una llave, ni nadie llevaba una llave. Así que no podíamos instalar, y por tanto tampoco descender, los pozos hacia Río Rioja y la incursión debía abortarse. Menos mal que solo habíamos bajado por la empinada ladera un minuto yendo hacia la boca. El termómetro de la furgoneta marcaba 38ºC . Decidimos irnos a otra cueva en una especie de huida de los infiernos. No nos cambiamos de indumentaria; tras un titubeo nos encaminamos hacia la Cueva del Torno vía Alisas-Riaño-Solórzano.
Como a las doce aparcamos junto a la cancela del prado en el que se encuentra la Cueva del Torno. La subida, unos cinco minutos, fue, como sabíamos de antemano, infernal. La hierba, bastante alta, rezumaba vaharadas de aire caldeado, formando en algunos momentos espejismos que deformaban el campo visual. A algunos estuvo a punto de darnos un mareo o un golpe de calor. Pero el momento más maravilloso del día ocurrió cuando nos pusimos delante del pequeño agujero de entrada a la cueva: el chorro de aire helado fue un bálsamo para nuestros sufrimientos infernales. Más aun cuando entramos y pudimos sentir el frescor del mundo subterráneo...
Avanzamos sin pausa por la laberíntica red de entrada sin problemas hasta el primer estrechamiento en que hay que trepar y, entonces, me entretuve haciendo una foto mientras el personal se peleaba con el paso. Fran y Matías estaban algo sorprendidos por la duras características de la cueva y Julio mascullaba; en realidad se sentía engañado por mí. Creo que casi nadie sabe apreciar el sabor de las dificultades de una cueva que guarda sus secretos celosamente. Cuevas que se hacen las interesantes, como una chica remolona que, a veces, cuanto más esquiva se pone, más apetecible nos parece. Aunque no todos, y no siempre, lo viven de la misma forma...





La segunda estrechez en la que hay que trepar fue más dura. Fran y Matías blasfemaron y Julio me la juro. Pero Julio ya sabía a lo que venía en esta ocasión. Pelos iba silencioso. Aproveche las circunstancias para hacer otra foto.
El tránsito por el meandro desfondao cogió desprevenidos a Fran y Matías pero echándonos un poco pa’lante salimos todos airosos. No es que los pasos fueran difíciles pero podía amilanar un poco la altura a la que evolucionábamos sobre el desfonde. En este meandro hay dos etapas claramente separadas por el acceso que, a la izquierda, conduce a la gatera Andy’s Back. Nuestro objetivo era Torno Chamber y no estábamos por la labor de parar. Continuamos con presteza hasta el acceso al río principal de la cavidad, y allí tampoco paramos a pesar de los cantos de sirena acerca de la hora de comer.
La poca cantidad de agua que llevaba el río me animo a probar sin neopreno el paso de los últimos laminadores; habíamos metido los trajes pero si la cosa pintaba bien podíamos prescindir de ellos. Las arrastradas finales por cantos rodados me parecieron poco acuáticas y enfile con fe el último laminador: salí empapado por la parte frontal del cuerpo y totalmente seco por el resto. Pelos se mojo menos que yo, paso levitando, pero los tres compañeros restantes se mojaron bastante con el agravante de que Matías y Fran llevaban monos de tergal. Ya estábamos en Torno Chamber y nos buscamos una zona cómoda para almorzar fraternalmente.
De Torno Chamber nos fuimos por un bonito meandro hasta Rampant Rabitt y en esta gran galería torcimos a la izquierda para enlazar con The Canyon. Nuestro modesto objetivo era visitar las nuevas galerías descubiertas en el 2008/2009 por los británicos. Al final de The Canyon un caos de bloques obstruye la galería y a su derecha una salita caótica y una pequeña galería concrecionada cierra todas las posibilidades. Pero el caos de bloques posee una ruta de gateras con barro -y a veces agua- que se resuelven en amplios conductos. Normalmente Pelos posee un entusiasmo dispendioso pero a veces se fija en un objetivo único y abstracto sin ver las riquezas que caen de los cielos. Tuve que animarle duramente para que me siguiera... Mientras tanto Julio, Matías y Fran optaron por ir saliendo.
Anduvimos cómodamente un buen tramo por una sinuosa galería con direcciones dominantes W y S. En algún momento pasamos por encima de falsos suelos retumbantes. Así llegamos a una zona en la que la galería se hace muy alta, y más estrecha, recordando a ciertas galerías en la cercana Cueva Riaño. Un desfonde parecía haber sido el camino seguido por los exploradores, pero nosotros escalamos a la parte alta, y con un paso de empotramiento en una estrechez Pelos se adelanto y comprobó la existencia de una galería inexplorada con formaciones blancas y prolongación evidente. Claramente estábamos de suerte. Desde aquí nos volvimos y en pocos minutos estábamos de nuevo en Torno Chamber. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando vimos que todas las sacas estaban allí y que nuestros tres compañeros habían desaparecido.




Al principio creí que nos estaban gastando una broma, como en otras ocasiones había hecho yo mismo, pero al poco tiempo tuvimos que asumir que realmente no habían vuelto. Regresamos sobre nuestros pasos a Rampant Rabitt y Pelos dio grandes voces. Enseguida pudimos escucharles acercándose. Seguramente se habían despistado en una importante bifurcación próxima a The Canyon. Volvimos a Torno Chamber seguidos por los tres despistados. Pero cuando ya creíamos todo arreglado solo vimos aparecer a Matías y Fran. Julio que venía delante de ellos y detrás de nosotros había vuelto a desaparecer. Mientras Pelos quería salir huyendo hacia la salida yo vi el cielo abierto para echarme una siesta: eso si, convencí a Pelos para que se quedase esperando pacientemente. Lo hizo, pero refunfuñando. Matías se apiado de Julio y regreso a buscarle. Cuando ya llevaba un rato soñando la voz de Pelos me sobresalto. En nuestra soledad elucubrábamos con las posibilidades de pérdida y con los murmullos que creíamos escuchar en la lejanía. El tiempo transcurría.
Al cabo de un tiempo interminable aparecieron Julio y Matías. Según Julio cuando llego al fondo del meandro tomo la dirección contraria a la debida. Luego se fue a cagar. Absurdo. Pero sea como sea y gracias a Dios estaba de nuevo aquí.
No hubo ningún incidente más en el proceso de salida salvo un corto forcejeo de Matías y luego de Fran en la última estrechez que hay que trepar un poco antes de salir. Por suerte había una cuerda instalada. Un golpe de aire caliente nos recibió a todos con afabilidad.
Paramos en Solórzano para refrescarnos en la fuente de la plaza y luego a tomar cervezas en el restaurante Arredondo, restaurante que da el mejor cocido montañés de toda Cantabria. Allí estuvimos de cháchara un buen rato comiendo pipas de girasol cuyas cáscaras, según quien, escupimos al suelo o pusimos en un cenicero. Me planteé la cuestión por un momento y llegue a la conclusión de que las cáscaras de pipas es uno de los productos más naturales que podemos arrojar al suelo. Tanto o más que las cáscaras de fruta. No vi ningún problema en continuar escupiéndolas al suelo hasta que vi el paquete vaciarse por completo.